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Voto de Travis Bickle:
6
Romance. Drama Una pareja de amantes vive una historia de amor llevada hasta límites inimaginables. La pasión se ha adueñado de ellos. El sexo ha pasado a ser lo único importante de sus vidas. Las ansias de la mujer por poseer a su hombre parecen inagotables y crecen cada día más hasta llegar a confundir el placer con el dolor. (FILMAFFINITY)
17 de noviembre de 2016
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que lo que salve la obra más reconocida de Nagisa Oshima es que sea un hecho real en el Japón de la década de los años 30. Normal que en aquellos tiempos y en una cultura históricamente tan “moral” como la nipona, esta película tuviese un impacto tan grande como el que tuvo unido a una controversia que aún perdura. De hecho, a pesar de exhibirse y comercializarse, hoy en día, la censura sigue presente en el país del Sol naciente.

Ante la evidencia de las escenas sexuales tremendamente explícitas, pues El imperio de los sentidos va más allá de lo erótico, no tildaría sus escenas más duras de pornográficas por un simple matiz: las relaciones sexuales que se muestran en las películas X tratan de excitar al espectador, mientras que Oshima compone sus escenas a modo de narración para mostrar la desenfrenada relación entre la pareja protagonista. Dicha relación basa su razón de ser en el sexo en medio de una espiral de autodestrucción donde nadie puede ni quiere poner fin. A pesar de todo, si el guión se preocupó en acercarse fielmente a las personalidades de los protagonistas, Sada Abe tenía un serio problema emocional mucho más allá del sexo y, su amante, no sé muy bien en qué punto situarlo entre la cordura y la fantasía, pero que al hombre le iba la marcha aún sabiendo de sus consecuencias, no me cabe la menor duda.

Las escenas se repiten constantemente a lo largo del film sin aportar nada nuevo y cayendo en una monotonía de la que es difícil escapar. Quizás la historia en sí misma no pedía verse reflejada en una película, pero si había que hacerla no me la imagino de otra manera. Pero curiosamente tampoco se hace tediosa o aburrida a pesar de tener los ingredientes idóneos para ello.

Las relaciones amorosas son cada vez más frecuentes en el cine actual y será por cosa de la globalización pero se están proponiendo sacar proporcionalmente el mismo número de genitales masculinos que de genitales femeninos en pantalla, cosa que años atrás era impensable. Pero aquí, El imperio de los sentidos rompió todos los moldes por fecha de realización como por ser la película “normal” que más muestra de todas las que he visto. Y sin saber muy bien por qué, no considero la película como una gran obra del mejor cine de calidad, pero tampoco es una mala película. En este sentido (y yo el primero) pecamos de cerrados, es decir, existen millones de películas que sus protagonistas reflejan diferentes desordenes mentales en forma de asesinos en serie, psicópatas, gente con doble personalidad y demás, pero aquí el desorden mental es canalizado a través del sexo y su director se propuso no ahorrarse detalle alguno.

Su mayor virtud es que desde el principio se prevé algo oscuro y la película va dejando pistas a lo largo de todo el metraje resaltando los últimos 10-15 minutos como los mejores del film.
Travis Bickle
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