Se adhiere, a su manera, a la reacción frente al contexto de delincuencia y degradación úrbana de los setenta por parte del cine americano. Así esta especie de "cine de justicieros" muestra un NY cayéndose literalmente a pedazos, con una mafia hegémónica que hace y deshace a placer. Frente al asesinato de una familia una fría exconvicta esconde al único superviviente, un pequeño hispano, huyendo a base de fuego y plomo indiscriminado. Cassavetes deja de lado los aspectos más atrevidos que le convirtieron en el tótem del cine independiente para firmar un thriller violento, sí, pero también bastante más convencional. Por un lado es tremendamente revelador el tour de crimen y peligro constante por las barriadas de un NY característico de la época de la crisis financiera, que hace aún más patente la gran evolución acontecida tras la "limpieza" de Giuliani, también el gran jugo que Cassavetes conseguía sacar de Gena Rowlands, cuya gran interpretación contrasta con la pésima elección del niño actor que le hace la réplica. No obstante la realización se me hace un tanto tosca, cuando en cambio Cassavetes hace alguna concesión mansa al espectador de gustos más sosegados y optiminstas. Pero bueno, cuando Gloria se pone chunga, desencaja el rostro, liquida y pregunta después, la peli aguanta.