Toda una alegría, El Bar es una muestra de que el cine de Alex De la Iglesia, pese a sus anteriores películas, a juicio de servidor (fan de Alex al que con sus más y sus menos le gusta toda su filmografía) bastante más flojas de lo que sus primeros trabajos prometieron a toda una generación de espectadores patrios, una muestra, decía, de que Alex sigue en plena forma como creador.

Me siento en la butaca con cierto recelo: prácticamente todas las críticas que había escuchado la ponían por las nubes, el resto la ponían por las alcantarillas, pero a poco que uno indagase en la opinión de estos últimos, se daba cuenta de que se trataba de la opinión de quienes no suelen disfrutar nunca con las películas del bilbaíno.

Y claro, cuando todo el mundo habla maravillas de algo... sospecha, ya que salvo casos contados, nada suele ser una obra maestra que encandile a todo el mundo.

A la media hora de película ya he comprobado que este trabajo tiene mucha calidad, mimo, y buen hacer. Estoy enganchadísimo a la historia. Con Alex De la Iglesia todo es posible en cualquier momento, la tensión se desarrolla magistralmente, sin cargar, pero sin dar un respiro. Los personajes han sido presentados, ahora llega el momento de ponerles contra las cuerdas y ver su reacción. Comienza la segunda parte de la película.

Nada decae a mi gusto. Sí, es cierto, algunas cosas empiezan a carecer de credibilidad, pero seamos sinceros, a los que nos gusta este director nos sobran licencias cinematográficas que darle. Acostumbrados a sus excesos y a sus excusas narrativas, a su ridículo esperpento rebosante de un humor muy negro y muy cabrón, preferimos no dar importancia a según que cosas pues estamos totalmente entregados a la historia que se desarrolla ante nuestros ojos. La magia del cine, le llaman.

Llega el tercer acto, y aunque la película se mantiene a flote, algo comienza a fallar. Algo comienza a sentirse estirado, manoseado, se empieza a hacer bola, cuesta tragar. Ese (presente en casi todas sus películas) clímax excesivo y surrealista sello de identidad del creador no parece, en este caso, aportar nada a una película que en realidad ya se ha terminado de contar. Lo siento rutinario, rudimentario, falto de ganas, carente de estilo propio. Lo que me ha mantenido fascinado durante toda la película está desapareciendo a toda prisa. Pese al gran hacer de los actores implicados.

Sin embargo, esta vez no. No, esta vez el final no empantana la narración. Es un final correcto,sin más, bien ejecutado. ¿Podíamos esperar algo mejor? Yo desde luego sí. Pero en cualquier caso, esta vez (¡por fin!) no se empaña la calidad de la película con su final. Quizá tenga más que ver con el propio epílogo que con, digamos, la secuencia que cierra la acción. Pero sí. Esta vez sí. Bien, Alex. Me alegro mucho. Hacía tiempo que no salía del cine con esta satisfacción tras ver una de tus películas.

Me da rabia no encontrar nunca en tus películas un final redondo, aunque tras ver El Bar empiezo a pensar que la culpa es mía. Quién sabe, quizá películas como las que tú haces resultan tan excesivas cada minuto que quizá tus fans hemos de aceptar que en este marco es imposible cuadrar ningún tipo de final perfecto, broche de oro.


Por otro lado, leo unanimidad en ensalzar el trabajo de Jaime Ordoñez y estoy totalmente de acuerdo. Pero para mí no hay discusión en que la mejor actuación de la película, la que realmente me ha soprendido mucho y para muy bien, ha sido la de Secun de La Rosa. Quizá tenga que ver con que a Jaime le tengo por muy bueno pero a Secun no termino de cogerle la gracia. Aquí, no obstante, desarrolla un personaje y una actuación geniales. Demostrando una vez más (ya lo comprobé con Mario Casas) que Alex de La Iglesia es, al menos para mí, el mejor director de actores del panorama nacional.

En definitivas cuentas, El Bar es más y mejor Alex de la Iglesia. Me da algo de lástima no ponerle la nota que se podría haber ganado con un tramo final mejor traído, pero aún así llevaba tiempo queriendo darle a Alex de la Iglesia al menos un 8 en esta página. Y esta es una muy buena ocasión para ello.