Ni mucho menos esta a la altura de su predecesora, pero merece pena ver esta película solo por contemplar en la pantalla a Dustin Hoffman y Barbra Streisand. Ni que decir tiene que Robert de Niro se sale en su papel de padre retrogrado y excesivamente protector.

Lo malo es que Ben Stiller se ve totalmente eclipsado por todos estos astros y parece un simple secundario.

Por lo demás es una película divertida que os sacará más de una sonrisa.