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Voto de Diavola:
7
5.1
15,502
Terror
El coche de dos chicas norteamericanas que viajan por Europa sufre una avería en medio de un bosque alemán. Buscando ayuda llegan a una casa aislada; al día siguiente, se despiertan en un tétrico sótano junto a un japonés. Poco después descubren que están en manos de un siniestro cirujano alemán especializado en separar a gemelos siameses, pero lo que piensa hacer con ellos supera todos los límites de lo imaginable. (FILMAFFINITY)
13 de octubre de 2010
29 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí la obra más excéntrica, extraña y original de todo el ejercicio fílmico del año 2009, al menos en lo que a terror se refiere. Lo primero que se pregunta una es que cuerpo puede parir semejante idea. Lo segundo que se plantea es que tipo de persona la mete en el reproductor DVD, la devora entera y encima le deja buen sabor de boca… Primer punto zanjado en este instante a conveniencia propia.
- La primera parte posee la fuerza suficiente para arrancar una propuesta que luego se irá tornando algo pesada para cuerpo, mente y estómago… Cómo el japonés cabeza de la peculiar familia artrópoda-humana.
- La segunda parte goza de una rebeldía insana a la par en la que se nos muestra los desagradables entrenamientos a los que es sometido el nuevo miembro de la familia. La más insalubre, cómo la situación de la chica que ocupa la posición número dos del artrópodo artificial, que debe comer mierda a la par que alimentar a su mejor amiga, quién es la cola de tan peculiar experimento.
- La tercera parte finaliza con un dramatismo inusual e incluso poético, raro cómo todo el metraje, no estando a la altura del film, sino merendándoselo directamente… Exactamente cómo la chica que ocupa la cola del particular ciempiés humano, quién se come también todo lo que evacúen sus dos compañeros.
Aunque, con todo lo dicho aquí y en todas partes, tampoco acudamos al autoengaño: “The Human Centipede” no es ni tan extrema ni tan difícil de visualizar cómo se la pinta. De hecho no puedo evitar que me invada cierto sentimiento de decepción al ver lo que podría haber llegado a ser.
La película se queda demasiado pronto sin ideas y alargan el film a través de reiteraciones varias. Más mala leche, la inclusión de otros elementos y tramas e incluso un poco menos de metraje hubiesen servido para convertir esta película decente en una puta obra maestra. Veremos a ver si la full sequence, o lo que es lo mismo, el ciempiés de 24 brazos y 24 piernas, consigue ir un paso más allá y dejar realmente atónito al espectador de hoy, demasiado curtido en esto de lo escatológico y lo demente.
Eso sí, el doctor Josep Heiter (¿o Josep Menguele?) queda ya clasificado cómo uno de los malos más carismáticos y jodidamente enfermos del cine actual (¿quién dijo el explotadísimo Jigsaw?), gracias en gran parte a la brutal interpretación de Dieter Laser.
- La primera parte posee la fuerza suficiente para arrancar una propuesta que luego se irá tornando algo pesada para cuerpo, mente y estómago… Cómo el japonés cabeza de la peculiar familia artrópoda-humana.
- La segunda parte goza de una rebeldía insana a la par en la que se nos muestra los desagradables entrenamientos a los que es sometido el nuevo miembro de la familia. La más insalubre, cómo la situación de la chica que ocupa la posición número dos del artrópodo artificial, que debe comer mierda a la par que alimentar a su mejor amiga, quién es la cola de tan peculiar experimento.
- La tercera parte finaliza con un dramatismo inusual e incluso poético, raro cómo todo el metraje, no estando a la altura del film, sino merendándoselo directamente… Exactamente cómo la chica que ocupa la cola del particular ciempiés humano, quién se come también todo lo que evacúen sus dos compañeros.
Aunque, con todo lo dicho aquí y en todas partes, tampoco acudamos al autoengaño: “The Human Centipede” no es ni tan extrema ni tan difícil de visualizar cómo se la pinta. De hecho no puedo evitar que me invada cierto sentimiento de decepción al ver lo que podría haber llegado a ser.
La película se queda demasiado pronto sin ideas y alargan el film a través de reiteraciones varias. Más mala leche, la inclusión de otros elementos y tramas e incluso un poco menos de metraje hubiesen servido para convertir esta película decente en una puta obra maestra. Veremos a ver si la full sequence, o lo que es lo mismo, el ciempiés de 24 brazos y 24 piernas, consigue ir un paso más allá y dejar realmente atónito al espectador de hoy, demasiado curtido en esto de lo escatológico y lo demente.
Eso sí, el doctor Josep Heiter (¿o Josep Menguele?) queda ya clasificado cómo uno de los malos más carismáticos y jodidamente enfermos del cine actual (¿quién dijo el explotadísimo Jigsaw?), gracias en gran parte a la brutal interpretación de Dieter Laser.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
¿Nadie ha comprendido el suicidio del japonés (con degollamiento típico y no con harakiri cómo se ha dicho)? En un repaso a su existencia hedonista y egoístamente detestable, él entiende que el mayor daño a Dios (el Doctor) es la destrucción de su obra de la que él es pieza fundamental (el ciempiés) y a esto se añade el fin del sufrimiento de él mismo (que para que engañarnos, aun habiendo un happy end ninguno de los tres hubiese sido el mismo), decide acabar con su vida siguiendo su filosofía de vida, es decir, sin tener en absoluto en cuenta que su muerte implica la muerte inevitable de sus compañeras de tortura, que dependen totalmente de él y sus movimientos para poder escapar e incluso para algo aún más intrínseco: su supervivencia.
Tampoco me parece mal resuelta la escena de los policías, pues la droga no hace efecto en el que la consume hasta su vuelta al domicilio, y además no creo que por el simple hecho de no querer mostrar un sótano pueda detenerse a alguien, ni acceder a otras estancias más allá de las permitidas por el dueño de la casa sin una orden. Ahora bien, los policías de palurdos y de poca profesionalidad pecan en exceso.
El final brutal al que hago referencia no es sólo el intento desesperado y fallido de los tres cosidos por obtener la libertad, sino la última imagen que muestra el peor de los finales que podía sucederse: la pieza central no carga sólo ya con el castigo de comer y dar de comer, sino ser la única superviviente del experimento y de todos los que conocen el mismo. Sin poder moverse, ¿qué esperanza de vida tiene?
Y no podía faltar, por supuesto, la reacción gilipollas del torturado: en lugar de echar a correr, la posterior pieza central decide arrastrar el cuerpo de la posterior pieza de atrás, con la velocidad aproximada de un caracol disecado.
Eso sí, ansiosa me hayo por saber cómo el doctor va a continuar con su experimento en una segunda parte teniéndose en cuenta que en la que nos ocupa terminó inerte gracias aun disparó que le cruzó el cerebro. Sea como sea de absurda la excusa, lo perdonaré seguro.
Tampoco me parece mal resuelta la escena de los policías, pues la droga no hace efecto en el que la consume hasta su vuelta al domicilio, y además no creo que por el simple hecho de no querer mostrar un sótano pueda detenerse a alguien, ni acceder a otras estancias más allá de las permitidas por el dueño de la casa sin una orden. Ahora bien, los policías de palurdos y de poca profesionalidad pecan en exceso.
El final brutal al que hago referencia no es sólo el intento desesperado y fallido de los tres cosidos por obtener la libertad, sino la última imagen que muestra el peor de los finales que podía sucederse: la pieza central no carga sólo ya con el castigo de comer y dar de comer, sino ser la única superviviente del experimento y de todos los que conocen el mismo. Sin poder moverse, ¿qué esperanza de vida tiene?
Y no podía faltar, por supuesto, la reacción gilipollas del torturado: en lugar de echar a correr, la posterior pieza central decide arrastrar el cuerpo de la posterior pieza de atrás, con la velocidad aproximada de un caracol disecado.
Eso sí, ansiosa me hayo por saber cómo el doctor va a continuar con su experimento en una segunda parte teniéndose en cuenta que en la que nos ocupa terminó inerte gracias aun disparó que le cruzó el cerebro. Sea como sea de absurda la excusa, lo perdonaré seguro.