De las películas que he podido ver del director y guionista neozelandés Andrew Niccol, esta es mi favorita. Esta hecha con grandes ingredientes, una gran actuación de Nicolas Cage -que ya empezaba el declive- y la singular denuncia de un mundo que colapsa por pura complacencia.
Lord of War se convierte en una de las grandes sátiras de principios del siglo veintiuno. Sin necesidad de hablar del talento y la creatividad de su guionista y director, Niccol muestra aquí todo lo que puede lograr cuando hay un enfoque completo en la realización de una buena historia. El tráfico de armas y el mercado de los fusiles que otras batallas dejan se hace aquí una pieza valiosa para la comprensión de la persistencia en nuestros conflictos internacionales e incluso, porque las guerrillas, siguen absorbiendo las páginas de prensa de algunos pequeños países.