Dennis Gansel es uno de los directores alemanes recientes más destacados en el plano internacional. El reconocimiento le llegó de cuenta de la película Die Welle, un duro relato de la educación y de la vulnerabilidad juvenil. Seguro en su propio país el director abarca mucho más papel y resuena aún más, sin embargo, sin haber visto más de su filmografía que este Die vierte Macht (The Fourth State), uno sabe que no pierde el tiempo en la aventura cinematográfica. Aunque mis expectativas eran mayores, aquí tenemos una obra en la que caminamos en los escombros de unas extrañas relaciones ruso-alemanas. Sí, es algo de ficción, pero plantea con veracidad las posibilidades de una dificultad traída por la independencia chechena y cómo un Estado puede servirse de los rumores o de las ideas sembradas para generar ruido y desinformación. Aquí es donde se involucra el cuarto poder, o el cuarto estado, para involucrar las poderosas posibilidades que un periodismo investigativo profundo puede dar a una sociedad que se ahoga en la información manipulada y manipuladora. Pero es aquí donde la película se pierde, tropieza, y el filme, que quería ser un informe de buen periodismo, se decanta por una nota marginal sobre lo que es la fortuna de tener buenos amigos.