Al enterarme de la trágica noticia, se me hizo imprescindible conseguir una copia de esta película olvidada en algún cajón de la memoria colectiva. Dispuesto en un cómodo asiento pude asistir una vez más a la representación del ritual, eros encarnado por una preciosa holandesa, que con inocencia no fingida se dejaba llevar por los placeres del sexo. Hoy no es día de críticas cinematográficas, es el día de rememorar y homenajear a la malograda actriz, que nos hará vibrar como antaño.
Sin haberlo querido, a veces tenemos que destapar una caja polvorienta y traer a la memoria su contenido, es entonces cuando soñamos, revivimos pasajes en desteñido color y un escalofrío recorre de nuevo nuestro dorso, como cuando éramos adolescentes.
Hoy desgraciadamente hemos tenido que desempolvar la imagen sedente de Sylvia Kristel, enorme como siempre, sensual y valiente, como antaño. Nunca una butaca de mimbre lució tanta belleza. Hoy como ayer queremos tenerte en nuestros sueños y en nuestras manos. La trágica enfermedad una vez más perpetró su injusticia, hoy con Emmanuelle.