No cabe duda de que para comprobar si una serie es tan buena como dicen, la tienes que ver.
Empecé a verla por las buenísimas críticas pero tras acabarla tengo que decir que siento que perdí el tiempo.

Es un anime pasable, del montón, entretenido y ya. No innova en absolutamente nada, reitera en los clichés y scripts de siempre.

Básicamente se divide en 2 partes que no destriparé, pero si es cierto que están bien diferenciados, siendo la segunda parte más "reveladora" argumentalmente, pero con la misma base de acción.

Se puede dejar clara y sencilla la tónica que dura los 27 capítulos: robots controlados que pelean, donde siempre vence el prota. Da igual cuan apurado esté, el poder del amor vencerá, sacará una energía intrínseca misteriosa que otorgará más fuerza a su robot y ganará.
Y así todo el rato.

Más allá de las peleas cada vez más "épicas y monstruosas", el argumento es esperpéntico. Como si el autor un día tuviera un sueño raro que recuerda mal y dijera "voy a plasmarlo en un anime aunque no tenga coherencia".
No sabré ni quiero averiguar si esa división en 2 partes estaba planificada o a mitad de la serie vio que era poca chicha y metió la parafernalia de la segunda parte para explicar el origen de todo, pero la verdad, no me importa.
Solo en breves puntos de la historia sentí algo de curiosidad por comprobar el por qué de las cosas y ganas de seguir viéndola.

Volviendo a la parte de acción, pues muy bien dibujada, no cabe duda. Para acabar solo me queda añadir los típicos clichés japoneses animados que están presentes aquí: un personaje gay feo que le tira ficha a todos, 3 o 4 secundarios personajes clónicos ya vistos en otras series y por supuesto no podía faltar la tía con las tetas gordas que se le mueven como gelatina.

En resumen: no recordaré esta serie como una de las mejores que he visto ni mucho menos. En unos años la habré olvidado por completo y a otra cosa. Pero si te gustan los mechas, adelante, quizás la disfrutes.