Para cualquier amante del deporte rey en general, y cuyo ídolo futbolístico sea Cristiano Ronaldo en particular; este documental se asemeja a una especie de película creada por y para su disfrute más absoluto. Una trama centrada en su vida contada de la manera más laureada posible, edulcorando cada instante del metraje para mostrar un Ronaldo puro y al cual se le ve tan cómodo frente a la cámara como en el punto de penalty -no confundir con sus aptitudes interpretativas-. El protagonismo se centra en repasar una trayectoria ascendente, partiendo desde una infancia pobre en Portugal, problemas con un padre alcohólico y con las dificultades para jugar al fútbol cerca de casa, hasta una casa enorme en Madrid junto a su hijo y madre, repasando a su vez los mejores momentos de su carrera.

El propio documental nos cuela a Jorge Mendes, a la madre de CR7 y al hijo del mismo de una manera casi tan inmediata como rápida; algo parecido a como muestra su desastroso paso por el Mundial de fútbol celebrado en Brasil. Los tres nombrados comparten en pantalla un tiempo muy similar, haciéndonos saber anteriormente que son un pilar importante en la vida del astro portugués. Sin embargo, el documental se muestra terco y decidido a mostrar los detalles de Cristiano Ronaldo que él mismo desea mostrar; parece comandado por un guion que el propio jugador ha escrito, y que nos pone de cara a una persona humilde, trabajadora y familiar que, si bien no niego que así sea, se nos suaviza de tal manera que empieza a ser asfixiante.

De una manera fílmica, los 80 minutos resultan ser pobres y semi vacíos en comparación con las posibilidades que Anthony Wonke, y nos sumerge en una historia que pasa sin pena ni gloria por una retina deseosa de ver más goles y minutos de verdadera pasión, que juegos con un pequeño en edad de jugar, agobios con una madre cuyo mayor agobio será elegir el tinte del pelo, y conversaciones de móvil de un agente al que la corbata parece no movérsele en toda la película. Ronaldo en su linea de personaje público al servicio de sus fans, aunque por mucho que trate de ocultarlo, se le da mejor el balón que la interpretación.

www.magazinema.es