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España España · Madrid
Voto de JBlas:
9
Comedia. Romance. Fantástico Un escritor norteamericano algo bohemio (Owen Wilson) llega con su prometida Inez (Rachel McAdams) y los padres de ésta a París. Mientras vaga por las calles soñando con los felices años 20, cae bajo una especie de hechizo que hace que, a medianoche, en algún lugar del barrio Latino, se vea transportado a otro universo donde va a conocer a personajes que jamás imaginaría iba a conocer... (FILMAFFINITY)
27 de agosto de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woody Allen comenzó su carrera como director de cine en 1.966 con “Lily la Tigresa” (co-dirigida con Senkichi Taniguchi) y “Midnight in Paris” (2.011) es su cuadragésima tercera película –¡la 43!-. No creo que haya otro cineasta –con distribución internacional- más fecundo en la historia del cine desde la llegada del sonoro y, a pesar de que en realidad casi todas sus películas son parecidas, todavía es capaz de sorprendernos. Más allá de otras cualidades, la capacidad de sorprender de un cineasta es uno de los atributos más valorables por lo tremendamente difícil de conseguir que resulta -más en esta época en la que todos hemos visto muchísimas películas y tenemos fácil acceso a muchísimas más-. A este mérito, cuando uno ha dirigido 43 películas, no se le pueden encontrar calificativos adecuados.
(Creo que si una película no logra sorprenderte en ningún aspecto, esa película no te gustará en absoluto y creo que es la razón, entre otras, por la que guardas tan buen recuerdo de algunas pelis que viste de jovencito y que en realidad no eran tan buenas, pero te sorprendieron en su momento quizás por tu juventud y falta de experiencia cinematográfica… en cualquier caso, ese es otro asunto).
A lo que iba, “Midnight in Paris” me resulta sorprendente y a la vez parecida a otras de sus películas y no estoy cayendo en una contradicción -y si lo estuviera haciendo que sepas que este es mi blog y me contradigo lo que quiero-.
Digo parecida porque vuelve a recrear a otro alter ego –valga la redundancia- que vuelve a dar vida a algunas de sus neuras y de sus demonios ya clásicos. En esta ocasión Owen Wilson –ya me caía bien, ahora me cae mejor- da vida a un escritor en crisis creativa que descubre que su nuevo proyecto de novela es aburrido por ser demasiado realista y debe usar la imaginación y la fantasía para mejorarlo. Woody Allen se aplica su propia enseñanza y, después de algunos títulos algo sosos, utiliza la imaginación para llegar a la que es, en mi opinión, su mejor película en mucho tiempo. Allen nos hizo creer en su momento que Nueva York era una ciudad extraordinaria llena de gente maravillosa –“Friends” también ayudó pero “Sexo en Nueva York” lo estropeó todo- y ahora consigue lo mismo con París.
Casi todas las personas somos demasiado egoístas y casi todos pensamos demasiado tiempo solo en nosotros mismos y Woody Allen no es ninguna excepción –no debe ser fácil ser su amigo- pero cuando consigue transmitir ese pensamiento de manera clara y divertida logra secuencias memorables -no querría desvelar detalles del argumento pero, por favor, prestad especial atención a los speechs de Hemingway, dice la verdad sobre la vida, así de simple-. Woody –a estas alturas del discurso ya lo puedo llamar por su nombre de pila, ¿no?- vuelve a remarcar su odio hacia los pedantes y falsos intelectuales que creen saberlo todo y nos hace sentir bien al pensar que un tipo como él está de nuestro lado –el lado no pedante ni intelectual-. Esto me sirve como excusa perfecta para despedirme con una secuencia “memorable” en el sentido más literal de la palabra, puesto que la he recordado y yo no suelo tener una gran memoria.
JBlas
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