23 de septiembre de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bajo ese manto de cine "como el de antes", con todas sus ínfulas (ventajas e inconvenientes, como su largo metraje...) Edgar Reitz construye más que refleja en imágenes, toda una oda de una familia de campesinos a lo largo de varias décadas. Como era de esperar, sus sufrimientos, amores, desamores, hijos, muertes, enfermedades y demás acontecimientos de la vida misma, para que el espectador se sienta plenamente identificado, a pesar de la distancia temporal y cultural de la cinta. Algunos intérpretes son un tanto fríos, distantes, para todo lo que se cuenta en imágenes, pero el calado sentimental de la obra llega más allá que la pureza del blanco y negro, con destellos de color en algunos detalles significativos. A pesar de sus minutos, no se hace larga y, si se va preparado a verla, es toda una "película río". Sin grandes sorpresas pero buenos hallazgos. Es el cine de antes, traído a 2015, para aquellos que disfruten del cine en toda la extensión del término. Lo hizo mejor Bergman con "Fanny y Alexander", por ejemplo, pero no deja de ser una obra muy notable.
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