La dureza de las minas de Kartabón convirtió a Koñan en un poderooooso guerrero...
Así empieza uno de los más memorables cómics de todos los tiempos, de Superlópez, para más señas. Y, a estas alturas, si tenían que hacer un remake de Conan, lo tenían que haber hecho de esta historieta. Porque el pestiño que nos han encolomado, señoras y señores, no tiene nombre.
Yo confieso, yo me acuso, yo pecador, que pido muy poco a ciertas películas. Siempre me encuentro culpable de valorar muy inflacionariamente las películas "superficiales", y sin embargo ser más estricto con los clásicos o con las películas más cinematográficamente densas. Intento buscar una relación calidad-precio, pero me temo que como solo yo entiendo lo que hago, más de uno debe pensar que no tengo criterio. Que puede ser, para qué negarlo.
Sobre el pestiño, pues por lo menos el guión tiene algún sentido, tampoco demasiado. Se sabe cuál es el objetivo de los personajes, que vistas muchas otras películas ya es un avance. El resto, virgencita que me quede como estoy. Me quedo con las caras de Koñan... perdón, Conan, que me produjeron más de una carcajada. De verdad, fijaros en algunos momentos porque las caras de Conan pagan la película. Por ejemplo, la expresión que se gasta en el barco, cuando su amigo lo está poniendo por las nubes, son de Óscar. De Óscar Nebreda, por lo menos.
Por lo demás, una película más superficial que una capa de polvo.