Segunda entrega de viernes 13. La primera, pese a ser un clásico, fue una verdadera castaña. En esta ocasión vemos por fin al verdadero asesino y mito de la saga. Jason hace su aparición, ya era hora. La película empieza de un modo decente, aunque si Jason sabía dónde estaba la anterior protagonista, me pregunto cómo lo averiguó, eso ahí queda aparcado. La primera muerte acaba con la chica que se cargó a la madre de nuestro psicópata.
La música es igual que en la primera, pero en esta segunda parte funciona mejor, ya que el terror que sientes es mayor. Jason está todo el rato oculto acechando a los jóvenes, que parece que no se enteran de que en una película de terror siempre mueren de uno en uno porque se quedan solos.
La cinta es bastante mejor que su antecesora, eso está claro, pero es peor que la tercera entrega, que para mí es la mejor de toda la saga. El asesino aparece con una bolsa en la cabeza, lo que le resta puntos, pero tenían que inventarse algo y eligieron esto. Claro que tiene defectos a punta pala, los personajes no son mejores que en la primera, ninguno de ellos tiene profundidad a excepción del paralítico y la protagonista, la cual, al menos, es más inteligente que la anterior, cosa que tampoco era muy difícil, pero bueno. El final es posiblemente lo peor, ya que es confuso a más no poder, todavía más que el de la primera. Seguramente se hizo así para seguir con la tradición de dar al espectador el susto final. Es muy corta, pero ya sabemos todo lo que puede dar un slasher como este. Pasarás más miedo que en la primera, pues ya el asesino no es una señora loca y lenta. Esta vez se trata de un tío con una fuerza bruta sobrehumana. ¡Bienvenido a tu fiesta, Jason!.