Una vez comienza la película y te presentan la trama, ya tienes claro cómo va a acabar y transcurrir la historia. En este aspecto, no hay ningún giro de guión ni nada inesperado ya que puedes adivinar con anterioridad lo que va a pasar a continuación; es esto, precisamente, lo que le hace una película simple, plana y que no cumple las expectativas generadas en torno a ella.
Por ejemplo, en la escena final (en el muelle), ¿por qué el personaje malo da un golpe al señor mayor en vez de dispararlo como hace con los demás? Decimos nosotros, puestos a disparar, dispara a todos y así te ahorras problemas como ocurre seguidamente, ya que sino es por el vecino de la protagonista el final hubiera sido muy diferente.
A parte, la película tiene matices cutres digna de domingo por la tarde en Antena 3; ¿por qué los malos son tan malos y los buenos son tan buenos? El dependiente de la tienda de tartas, por ejemplo; pasa de una escena a otra de ser un hico adorable, a homófobo y racista de un carpetazo.
El tópico de chica desdichada y solitaria que se enamora de un monstruo (porque parece que no puede aspirar a más) está también presente en esta película, y nos preguntamos: ¿para cuándo una película protagonizada por un personaje atractivo y exitoso (preferiblemente hombre) enamorándose de un ser como el de la película?
Dicho todo esto, la obra de Guillermo del Toro nos deja decepcionados, indiferentes e indignados con todo el reconocimiento que, a nuestro parecer, injustamente se ha llevado.