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España España · Málaga
Voto de Nuño:
8
Comedia. Acción. Fantástico. Terror Un sacerdote cree haber descifrado el mensaje secreto del Apocalipsis según San Juan: el Anticristo nacerá el 25 de diciembre de 1995 en Madrid. Para impedir el nacimiento del hijo de Satanás, el cura se alía con José María, un joven aficionado al death metal. Ambos intentan averiguar en qué parte de Madrid tendrá lugar el apocalíptico acontecimiento. Con la ayuda del profesor Cavan, presentador de un programa de televisión de carácter ... [+]
4 de junio de 2017
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
'El día de la bestia' fue una enérgica promesa de novedad; el festejo de la arrolladora forma de rodar de un plagiador confeso de Hitchcock, y acólito patrio de Berlanga. De algún modo, también fue el auspicio de sus futuras zozobras.

[Creo que un director, sea competente, regular, o incluso pésimo, puede tener, en ocasiones, el olfato excepcional de los grandes. El inicio de 'El día de la bestia', con Álex Angulo apareciendo furtivamente de Dios sabe dónde y haciendo Satanás sabe qué, al amparo del espeluznante graznido de unos cuervos, ya posee algo de la electrizante puesta en escena, de la inefable textura, de algunos realizadores sobresalientes, y Álex no se trataba, por aquel entonces, más que de un director casi novato].

...

[ Atmósfera].

Junto a 'La comunidad', me parece su película con mejor clima visual. Álex se sirve de la pegajosa sensación festiva de las grandes urbes hacia finales de diciembre y principios de enero, la cual subvierte. Esa suerte de 'inminencia' de las celebraciones navideñas, de que algo importante va a suceder (cuando, en realidad, una vez devorado el marisco, trasegado el champán y engullido las uvas, descubrimos que todo sigue más o menos inalterable un año más), se imbuye de lo apocalíptico y profético de su argumento; la llegada no del nuevo año, sino del Anticristo.

Los emplazamientos, por lo demás, son apropiados: hostales cochambrosos y lúgubres, callejuelas sórdidas, grotescas discotecas... El esqueleto de Madrid; neones verdosos, cielo ennegrecido y alturas hitchcocknianas.

[Humor].

De la Iglesia tiende, deliberadamente, al desmadre. Toda su obra, en sus mejores y peores momentos, es uniforme en este sentido; no se le puede reprochar falta de coherencia interna. Sí puede uno, en cambio, atragantarse de exceso. En 'El día de la bestia', aunque cachonda desde el minuto uno, la progresión es adecuada (en otras, como 'Mi gran noche', 'Las brujas de Zugarramurdi' o, incluso, 'Balada triste de trompeta', no veo un remanso antes del clímax, un uso inteligente de la pausa; empiezan, desde el primer segundo, a extenuante todo trapo).

[España].

Escribe Juan Manuel de Prada sobre Álex de la Iglesia: "Hay quienes piensan que es tan sólo un cachondo mental y un pedazo de friqui, porque ven sus películas sin percibir su fondo de angustia ulcerada, ese grito visceral de un alma que se ha asomado al precipicio para contemplar los sótanos o letrinas de la miseria humana, ese nido de culebras donde se burbujean nuestros pecados más sórdidos, macerados en el silencio de Dios".

Un tanto exagerado el ditirambo, en mi opinión; pero, ciertamente, Álex de la Iglesia se empeña en no dejar palo de la baraja [española] sin tocar, y de todas extrae el número más bajo: la zafiedad rancia en el espectáculo vodevilesco de las galas de Nochevieja, la envidia como deporte nacional y la avaricia como su Premier Ligue, la presteza patria para la maledicencia y la ponzoña, o el revanchismo bajo blasones de las dos vetustas Españas.

La voluntad crítica está ahí, aunque, a mi modo de ver, nunca es suficiente. En ocasiones, como ocurre en 'La comunidad', un plano de la vecindad arrebatando una maleta llena de billetes de Monopoly del cadáver de Terele Pávez, como hienas del dinero, provoca un escalofrío. En otras, como en 'Mi gran noche' la brocha gorda y la acción aparatosa, o, en 'Las brujas de Zugarramurdi' la digitalización estruendosa, anulan, en mi opinión, cualquier intento de diagnóstico crítico y la obra se empapa de la propia chabacanería que pretende reprender. Álex nos habla de las ruindades que ve en una España de la que, inevitablemente, forma parte.

Gracias.
Nuño
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