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Voto de Nuño:
13,190
Romance. Drama
Laura Jesson es un ama de casa algo aburrida de la rutina que vive con su marido y familia. Una vez a la semana, suele ir a la ciudad de compras. En uno de esos viajes rutinarios, Laura coincide con el Dr. Alec Harvey en la sala de espera de la estación de ferrocarril. Ambos son de mediana edad, casados y tienen dos hijos cada uno. Comienzan a hablar, y tras disfrutar cada uno de la compañía del otro, ambos continúan reuniéndose ... [+]
27 de junio de 2019
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Triste película, que no reserva a sus dos tristes almas más que un par de escenarios mustios por los que pulular de forma clandestina.
Cafés silenciosos, lóbregos subterráneos, escalerillas metálicas en la piel de ladrillo de un edificio solitario...
... y lo más desolador es el punto de vista que Lean nos obliga a adoptar.
...
Al inicio, cuando la molesta Dolly Messiter irrumpe en el café, sabemos que está interrumpiendo algo —ella misma habría de saberlo. como tantos inoportunos lo saben—, pero desconocemos la verdadera magnitud de lo que está mancillando con su verborrea vacía. La mano del doctor Harvey se posa, ligera, y adiós.
Al final de la película volvemos a dicho café, ya conscientes de las circunstancias, y compartimos la amargura de los protagonistas. Ahora, sabemos. Los espectadores hemos sido, al inicio, un puñado de Dollies más, empeñados en fisgar y en romper el último instante de intimidad que estos adúlteros poseían, sin consciencia de ello.
Entonces, entiendes que Lean no quería narrar una historia de amor, tanto como una historia sobre el silencio.
Sobre la expresión de los deseos, proyectada hacia dentro.
Sobre los universos que confeccionamos y que se rompen sin que jamás puedan materializarse en el exterior.
...
El marido de Laura, compasivo, gentil, agradece que vuelva después de haber estado "muy lejos de él".
No es un momento especialmente celebrado por la crítica pero, quizás, es el momento que más me conmueve de la película; el saber que ese pobre padre abnegado, amable y aficionado a los crucigramas estuvo a punto de perder todo su mundo y fue bendecido con la gracia de no saber nada.
Gracias.
Cafés silenciosos, lóbregos subterráneos, escalerillas metálicas en la piel de ladrillo de un edificio solitario...
... y lo más desolador es el punto de vista que Lean nos obliga a adoptar.
...
Al inicio, cuando la molesta Dolly Messiter irrumpe en el café, sabemos que está interrumpiendo algo —ella misma habría de saberlo. como tantos inoportunos lo saben—, pero desconocemos la verdadera magnitud de lo que está mancillando con su verborrea vacía. La mano del doctor Harvey se posa, ligera, y adiós.
Al final de la película volvemos a dicho café, ya conscientes de las circunstancias, y compartimos la amargura de los protagonistas. Ahora, sabemos. Los espectadores hemos sido, al inicio, un puñado de Dollies más, empeñados en fisgar y en romper el último instante de intimidad que estos adúlteros poseían, sin consciencia de ello.
Entonces, entiendes que Lean no quería narrar una historia de amor, tanto como una historia sobre el silencio.
Sobre la expresión de los deseos, proyectada hacia dentro.
Sobre los universos que confeccionamos y que se rompen sin que jamás puedan materializarse en el exterior.
...
El marido de Laura, compasivo, gentil, agradece que vuelva después de haber estado "muy lejos de él".
No es un momento especialmente celebrado por la crítica pero, quizás, es el momento que más me conmueve de la película; el saber que ese pobre padre abnegado, amable y aficionado a los crucigramas estuvo a punto de perder todo su mundo y fue bendecido con la gracia de no saber nada.
Gracias.
