La película parte de una trama arquetípica, que desarrolla según los cánones del género, con una realización pobre y un ritmo, sobre todo en la parte central, tedioso. Tiene todos los ingredientes para ser una mala película, pero hay que reconocerle varios hallazgos interesantes. Por ejemplo, en el aspecto formal resuelve maravillosamente bien las conversaciones por mensajería y la interacción en redes sociales y mi sensación es que será un recurso imitado en próximas producciones. Pero, sobre todo, hay que reconocerle la habilidad para, sin escapar de la trama típica del género del coming-off age universitario americano, construir unos personajes y, sobre todo, unas relaciones entre ellos totalmente distintas a las que presentaba el género, sin necesidad de cambiar, apenas, los distintos detonantes que hacen avanzar la trama. A diferencia de películas como American Pie, esta película se nota que ha sido ideada por una persona que conoce su generación y que consigue romper ciertos clichés. En esta película los frikis no son marginados, los atletas y animadoras no son tipos cool, vanidosos y con tendencia al maltrato. En esta película todos los personajes son esencialmente gente joven con ganas de disfrutar y experimentar la vida, con sus propios miedos y prejuicios que les limitan a la hora de afrontar su relación con el mundo exterior.
Y esto, señoras y señores, en una película de este tipo es un gran hallazgo. Lástima que aún se note la falta de oficio y experiencia que impida que esta película fluya mejor, pero sin duda una directora a tener en cuenta de cara al futuro.