Esta cinta cuenta la historia de un hombre atormentado por una traumática experiencia de su infancia, que lo marcó para siempre. Lo único que quiere este hombre es ser normal, llevar una vida corriente sin complicaciones, como todo hijo de vecino... pero cree, o sabe, que no podrá conseguirlo jamás. Lo que le falta en confianza y en autoestima, lo intenta compensar con dureza, agresividad y con su imponente aspecto. Matthias Schoenaerts realiza un excelente trabajo interpretando a este hombre, Jack Vanmarsenille, un joven ganadero flamenco que se ve involucrado en un asunto más turbio de lo normal con unos mafiosos.

La historia me parece muy bien llevada, pero, por supuesto, no es perfecta y se sirve de alguna coincidencia quizás demasiado fortuita (spoiler 1), que le resta credibilidad a la historia. En cuanto al apartado técnico, la considero impecable en general, pero de nuevo le encuentro alguna pega: demasiada velocidad y movimiento en cierta escena le perjudican considerablemente (spoiler 2). De hecho, no se si se habrán valido incluso de un poco de cámara rápida, para mí una de las cosas más cutres que puedo ver en una película... pero bueno, en cualquier caso, si consideramos el resultado global no tiene importancia. Por último, respecto al reparto debo decir que en su mayoría hacen una buena labor, especialmente Schoenaerts como comentaba antes.

Resumiendo, una buena película, el más que respetable debut de su director. Puede ser otra típica historia de criminales, sí, pero también es la historia de un hombre roto, resultando de su combinación una cinta recomendable.