Una madre que encubre y justifica los problemas de su hijo ante su padre y que, al no sentirse identificada con su marido, decide alejarse de él y arriesgarse a buscar nuevas emociones y soltarse sin ningún reparo en los brazos del amigo de su hijo, idealizando tanto su juventud y su belleza que la lleva a perder toda su dignidad por completo hasta el punto de convertirse bruscamente en su esclava sexual, sin el más mínimo reparo aún sintiendose humillada y rebajada por dentro; luego trata de salvar su dignidad desahogándose con su hermana maltratadora a la que de nuevo justifica por sus actos hacia su propia hija porque, como ella describe en sus cuentos perversos, prefiere encubrirlo todo con la mosquitera que realmente sólo la protege a ella y hiere a los demás. Protagoniza un momento clave en su desequilibrio cuando coge por error la mano de su propio hijo para que le acaricie los genitales confundiéndole con el amigo de éste durante la noche de su propia fiesta de cumpleaños. También le regala un anillo con las iniciales de su hijo que era para su cumpleaños cuando apenas le conoce y luego tiene que rectificar y decirle que ya le regalará otro anillo más adelante. El padre, por su parte, no comprende a su familia pero tampoco él es fácil de comprender. Busca el afecto también en la persona que más cerca tiene que resulta ser la asistenta sudamericana. Sin interesarse realmente por su vida privada y queriendo por momentos dar una apariencia de hombre correcto y no el típico que se aprovecha de su puesto social, decide no mantener relaciones sexuales con ella pero la compra con dinero a la mínima de cambio, se acuesta con ella salvajemente al poco tiempo y luego se acerca a ella como un cachorrito enamorado, se ofrece a ejercer el papel de padre de su hijo para luego finalmente abandonarla al minuto ante la llamada de socorro de su esposa. Cuando parece recuperar la estabilidad de su familia, ya no está dispuesto a perderla por nada del mundo. El hijo se encuentra totalmente perdido entre este desequilibrio familiar y, sintiéndose culpable de su propia existencia de soledad, se dedica a asesinar a todos sus animales para evitarles un posible futuro sufrimiento en sus vidas, sin que sus padres se enteren de ello. El abuelo paterno vive desquiciado por soportar a una mujer víctima de alzheimer a la que tiene que cuidar día y noche y trata de provocar que ambos se suiciden, además de hablar en su nombre al estilo "Duquesa de Alba". Y, finalmente, el personaje más trágico de todos, la hermana de la madre, la tía, que maltrata cruelmente a su pequeña hija con auténtico conocimiento hasta incluso reconocérselo a su hermana quien trata de justificarlo por todos los medios. Las escenas del maltrato a la niña son de una crueldad brutal que sorprende que nadie haga nada por impedirlo, hasta la niña parece ser más cuerda que su madre y el resto de su familia.