“Persona”, de Ingmar Bergman, ¿qué decir sin que se me caiga la baba empapando las teclas del ordenador?, creo que es absolutamente maravillosa, esto es lo primero que voy a decir, ahora me toca asumir la responsabilidad por escribir esta frase para después enfrentarme a las argumentaciones que os debo dar. Podría enumerar todas las virtudes de este film, pero terminaría con demasiados números, con demasiada estructura de tesina, con demasiada poca pasión.
Para explicarme mejor voy a describir mis emociones cuando me enfrentaba a un primer visionado, debo destacar que fue la primera película que vi en su día del señor Bergman, y supongo que se notará por el tono de éxtasis orgiástico que vais a leer.
Llevaba algo así como 7 segundos de película cuando quedé enredado entre la propuesta conceptual de “Persona”, me obligué a mantenerme concentrado y atento porque en cada pestañeo me perdía 0’2 segundos de un plano maravilloso, de un dato que a lo mejor debía recordar. Antes de aparecer las actrices que dan entidad interpretativa a la obra, ya estaba absolutamente seducido por el desarrollo visual de esta película, no estaba viendo cualquier producto salido de un estudio sueco indefinido, estaba viendo una obra de arte. Cuando aparecieron unas desconocidas para mí(en esa época), Liv Ullman y Bibi Andersson, supe que entre los diálogos complejos, el guión enrevesado y las preguntas sin respuesta, había un trabajo interpretativo inmenso, ¡nunca había visto nada igual!, no sólo me creía a los personajes, sino que vivía sus penas e inquietudes a través de ellas.
Da igual, amigo mío cinéfilo, si no entiendes la trama a la perfección, porque muchas veces, cuando contemplas una obra maestra, el estímulo complementa la falta de información. Disfrutad.