Cuando llegó a mis oídos esta serie disponible ni más ni menos que en Disney+ no pude menos que mostrarme escéptico. Qué podía contarnos una serie sobre un video porno amateur llegada de la mano de la casa del ratón.
Pues la respuesta es que nos va a contar de forma divertida, hilarante, sexualmente explicita, pero también triste la muerte de una época.

Y es que estábamos a mediados de los 90, y un mundo que estaba en su cima estaba muriendo y asistimos a su visionado en pantalla. A la carrera de Pamela Anderson, la música de Tommy, el mundo analógico, la industria del porno en VHS, el control de los medios de comunicación y a la intimidad personal le quedaban dos telediarios, por acabar se estaban acabando hasta los vigilantes de la playa, pero por entonces no lo sabía casi nadie.

Y así disfrutamos esta serie que nos cuenta una historia y un mundo reconocible y cercano en el tiempo, pero al que un monstruo llamado Internet iba a llevarse por delante para siempre.

Ahora las carreras a la fama no empiezan por una portada enseñando el cuerpo, porque se enseña en la red social de turno, la música no se controla por grandes estudios que venden discos, la fama o el último fenómeno viral ya no están controlados por los medios de comunicación, la industria del porno se ha reinventado varias veces para monetizar lo que antes eran VHS, y ahora cualquier famoso puede verse expuesto por un video grabado en un móvil. Y al final esta serie nos cuenta a su manera como empezó todo, o al menos una parte del ello.

Y todo el visionado de la historia, pero también de la intrahistoria, se hace sorprendentemente interesante, quizás menos intenso cuando comienza el periplo judicial, pero en todo caso es una serie digna por la que merece la pena dejarse sorprender.