Emmerich es el garrafón de la ciencia-ficción. Lástima, pues en sus primeras películas de poco presupuesto, como "El principio del Arca de Noé" y "Estación lunar 44" , mostraba un innegable talento. Sin embargo, cuando fue seducido por el poder del dólar, cayó en un estado catatónico creativo. Sus películas son bodrios que suponen un insulto a la inteligencia, constituyendo un catálogo de topicazos ridículos, pero que, sin embargo, entretienen, como las películas de Esteso y Pajares. Así perpretó Soldado Universal, Independence Day , Godzilla y ésta.

¡Que desperdicio de buena idea! menos mal que las series de TV, de las que soy seguidor, supieron dotarle de un universo propio y rico. Pero la película es infumable. Está llena de topicazos: los marines que salvan la humanidad, el chico listo que lleva gafas y es civil, los militares mendrugos pero de buen corazón, el intervencionismo militar intergaláctico como única solución a los conflictos, la rebeldía de los jóvenes del planeta frente a la cobardía de los adultos, etc.

Los malos, los marcianos, son de encefalograma plano: no sabes nada de su organización, son cuatro cachas escapados de los carnavales de Tenerife, que ni hablan y que les manda un transexual que sería la reina del Carnaval. Dos naves, cuatro lanzaderas, más que una invasión parecen unos okupas de la nave piramidal. ¡si son menos de 10 personas!

Los actores intentan mantener el tipo ante tanto tópico, pero los previsibles papeles dan para poco, y si no que le pregunten a Kurt Russell.

No obstante se puede ver, aunque no para repetirla. ¡Y pensar que conseguí una entrada para su estreno en Madrid!