La franquicia Star Trek estrena mestizaje y captación de ideas y conceptos de otros clásicos de la ciencia-ficción. En este caso, esta atípica serie trekkie bebe demasiado en el clásico "Dune" de Frank Herbert. Tras ver cuatro episodios, se advierten demasiadas conexiones:
-La relación paterno-filial entre la protagonista y su mentora Michelle Yeoh es muy parecida a la del Duque Leto con Paul Atreides.
-Estos klingons no tienen nada que ver con los que hemos visto hasta ahora. para mi gusto son horrendos y no sé como van a justificar semejante resbalón visual para la continuidad de las franquicias. Y estos klingons nos recuerdan bastante a los Harkonnen. Son igual de feroces e iluminados.
-Los Harkonnen empiezan una guerra. Los klingon también. Y también matan a la capitana, al igual que al Duque Leto, quedando desprotegidos.
-El método de viaje espacial empleado por la Discovery recuerda poderosamente a la especie melángea de Dune. De hecho, ambos métodos necesitan una especie de ser como navegador, gordo y feo, dentro de un recipiente, para plegar el tiempo y espacio.
-La protagonista es una especie de elegida, que ha vivido entre los vulcanianos, que podríamos asimilarlos a los Fremen.

Por lo demás, a la serie le falta química entre los protagonistas, aparte de prescindir demasiado rápido de algunos secundarios. El nuevo capitán - Jason Isaacs - no se asemeja en nada a los anteriores capitanes y eso es un punto a su favor, aunque le confieren una oscuridad y misterio que no tenían los anteriores y que lastra algo al personaje. Y poco más se puede destacar el elenco, tan frío y agarrotado.

En conjunto, y a falta de más capítulos, se puede afirmar que la serie aún está en rodaje y las piezas no encajan todavía. Falta frescura, mejor definición de personajes, un universo más reconocible que el que nos ofrecen y la presencia de los enemigos con el aspecto clásico de la serie de los 90. El mayor sacrilegio de la serie es el aspecto de los klingons, no hay quien lo perdone.