Espeluznante fin de fiesta de una franquicia de serie B, la del maligno oriental Fu-manchú, de la mano de Jesús Franco, que ejerce de inspiración a Godfrey Ho, usando fragmentos de otros filmes para completar el suyo, cual puzzle frankesteiniano. Tenemos fragmentos de filmes anteriores de Fu-Manchú, usa unos diez minutos de "La última noche del Titanic"(1958, R. W. Baker) y también otro fragmento de un accidente de una presa que no logro identificar.

El prolífico Jesús Franco era capaz de rodarte una película con cuatro duros. Otra cosa era su calidad final. Parte de un guión horroroso, sin sentido, como el final del filme, aunque las anteriores entregas del malvado chino no es que fueran el summum de la escritura cinematográfica. Aquí los personajes casi son parodias de si mismos, en especial el lamentable Dr. Petrie, una especie de Dr. Watson de Hacendado. Supongo que para abaratar costos, Franco transforma el Parc Güell y su modernismo gaudiniano, en un castillo de Anatolia donde se esconderá Fu-Manchú. Hay secuencias lamentables, como cuando mira desde un balcón del parque a una presa que está ahí mismo, para destruirla, con un ejercicio penosos de planos y contraplanos. Ahorrativo como ninguno, Franco se reserva un papelito como comisario turco, pretendidamente gracioso.

La ambientación es muy mediocre. Se supone que estamos a inicios de siglo, pero veremos chicas vestidas de hombre con trajes de los años 50, al igual que algunos de los matones, incluso hay un fueraborda bajo una lona en la presa objeto de sabotaje. Y esa música incidental con flauta, tan espantosa ...

Si de por sí la trama es absurda, el final es confuso e incoherente (ver spoiler). Pero lo más triste es ese empleo combinado de exteriores que no pegan ni con cola y que dan ganas de arrancarte los ojos. Que triste final para un malvado tan redondo.