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España España · madrid
Voto de roqsk8er:
1
Romance. Drama Adèle (Adèle Exarchopoulos) tiene quince años y sabe que lo normal es salir con chicos, pero tiene dudas sobre su sexualidad. Una noche conoce y se enamora inesperadamente de Emma (Léa Seydoux), una joven con el pelo azul. La atracción que despierta en ella una mujer que le muestra el camino del deseo y la madurez, hará que Adèle tenga que sufrir los juicios y prejuicios de familiares y amigos. Adaptación de la novela gráfica "Blue", de Julie Maroh. (FILMAFFINITY) [+]
3 de junio de 2014
138 de 201 usuarios han encontrado esta crítica útil
Espero que mi punto de vista (que es el de muchas lesbianas también) ayude a entender por qué tanta indignación con esta película. Este enfado no es una mera pataleta ni mucho menos el producto de una militancia fanática ni un capricho “porque sí”, como muchos creen, sino la lógica reacción ante alguien que miente descaradamente. Si alguien quiere hacer porno, que lo haga, pero que no lo justifique haciéndose pasar por defensor de una causa y sobre todo que se atreva a llamarlo por su nombre y a no disfrazarlo de otra cosa. Si algo me molesta especialmente en esta vida es que traten de colármela, y si he adoptado esta postura tan beligerante con esta película es precisamente por lo descarado y ofensivo que me resulta su intención comercial.

El tipo que se excita viendo sexo entre dos mujeres es tan viejo como el mundo, está claro que a los hombres heterosexuales el tema lésbico les atrae muchísimo, y "La vida de Adèle" no hace sino alimentar la fantasía de la que se nutren las películas porno de toda la vida. No entiendo con qué derecho este director se ha atrevido a utilizar a las lesbianas a través de una película que no es más que una apropiación tópica, machista y morbosa de su sexualidad y que muestra una ignorancia absoluta sobre la realidad homosexual. Es un hipócrita, porque nos quiere vender unas escenas supuestamente filmadas con realismo, belleza y sensibilidad cuando lo que de verdad denota su mirada es puro regodeo.

En su cómic, cuya lectura recomiendo para que cualquiera compruebe la diferencia por sí mismo, Julie Maroh quiere dar visibilidad a las dificultades con las que se encuentra un adolescente durante su proceso de aceptación sexual, además de presentar una historia de amor excelente. Y claro que hay sexo, nadie niega la necesidad de que lo haya, pero está tratado de una manera completamente diferente: estéticamente, con buen gusto, respeto y sensibilidad. En la película es todo lo contrario: la mirada masculina y casi onanista se delata por sí sola a través de unas escenas facilonas y burdas. El problema no es con el sexo explícito siempre que esté justificado y bien presentado. El problema es cuando se ha decidido mostrarlo ASÍ, a través de una larguísima escena con el único propósito de crear morbo gratuito y polémica.

El sexo puede ser explícito y necesario en el cine, pero cuando se muestra de manera tan evidentemente morbosa, degenerada (con respecto al cómic) y vulgarizada como aquí pues sí, sobra, porque ver unas tijeras de 10 minutos no creo que aporte nada al resto del argumento salvo mera excitación o morbo… eso es lo indignante, que en estas escenas el director está lejos de ser ingenuo o esteta al haberlas rodado, sino morboso.

¿En una gran historia de amor como “Casablanca” habría “necesidad” de mostrar una escena de 10 minutos con Ingrid Bergman a cuatro patas y Humphrey Bogart encima para “entender” su pasión? No, ¿verdad? ¿A que no estaría justificado y nos indignaríamos si nos obligaran a creer lo contrario? ¿Entonces por qué en esta película es así? No es necesario presenciar ocho orgasmos para intuir la pasión o el deseo, a menos que se tome al espectador por idiota y se considere que sí es necesario mostrárselo para que lo entienda.

El verdadero talento de un director está en su capacidad para mostrar algo sin tener que echar mano de los recursos más fáciles, sino sugiriéndolos. La película habría ganado así en fuerza, universalidad y sobre todo mensaje, sin quedarse en una superficialidad tan concesiva. Pero claro, sin estas escenas tan provocadoras no habría causado tanto entusiasmo en la crítica. No puedo evitar pensar por ello que la de Kechiche es una visión muy cosificadora, aprovechada y morbosa sobre las lesbianas y que podría haber hecho una obra verdaderamente maravillosa pero se quedó en lo fácil.

Todos sabemos muy bien cuál ha sido el reclamo principal de esta película: la temática lésbica y las escenas de sexo, sin las cuales de esta película ni se habla. El sexo lésbico vende, y eso el director lo sabía y por eso lo ha explotado. Si sustituimos a una de las chicas por un chico, la película habría pasado completamente desapercibida. Precisamente se ha hablado tanto de ella por ser dos mujeres, probad a cambiar a una de ellas por un chico a ver con qué os quedáis… pues con una historia nada extraordinaria ni profunda.

Otra prueba más: las fotos promocionales, con ellas dos en sugerentes posturas pseudoeróticas, tumbadas en una cama, medio desnudas… ¿eso tampoco está al servicio de fines comerciales y del morbo? ¿Qué sentido hay si no de promocionar la película con esas fotos?

En resumen: he aquí un ejemplo perfecto de cómo reducir un fantástico material original a un zafio espectáculo zafio y querer venderlo hipócritamente como arte. Con la grandísima historia que tenía entre las manos, un temazo a desarrollar y unas actrices entregadas y convincentes para darle vida, Kechiche malgastó metraje en tijeras y cunnilingus para regocijo de pajilleros y críticos heterosexuales.

Nos ha costado mucho que a las lesbianas se nos respete (y aún nos sigue costando) para que nos tengamos que ver expuestas de este modo y se nos visibilice sólo para fomentar el mito erótico masculino. Además resulta muy frustrante, porque sentimos como si al exponer nuestro disgusto nos increparan: "¡Encima que os visibilizamos y de una manera artística además, os quejáis cuando deberíais aplaudir, histéricas!". Como cuando las mujeres se ven "obligadas" a agradecer ese piropo que reciben por la calle sin haberlo pedido. El día que veamos penes en pantalla con la misma frecuencia con que vemos tetas podremos hablar de igualdad... y hasta que no vea una película de este mismo director que se recree durante 15 minutos en dos hombres practicando un “justificadísimo” y “bellísimo” sexo anal seguiré pensando que Kechiche es un vulgar onanista y sólo ha buscado plasmar su propia fantasía y la de muchos hombres.
roqsk8er
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