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Chile Chile · Concepción
Voto de Juan Antonio:
8
Animación. Drama. Comedia Primer largometraje de Adam Elliot, ganador de un Oscar con el cortometraje "Harvey Krumpet". Narra la larga amistad por correspondencia entre un cuarentón judío y obeso de Nueva York, y una niña australiana de ocho años que vive en los suburbios de Melbourne. (FILMAFFINITY)
3 de diciembre de 2013
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de animación cada cierto tiempo nos entrega verdaderas joyas. Películas que quedan no sólo en el recuerdo de niños, sino también de adultos. En lo que va de siglo, “El viaje de Chihiro” (2001), Toy Story 3” (2010) y “Monster Inc.” (2001), se alzan como grandes exponentes de un género que cada día adquiere más importancia, sobre todo por el aprovechamiento de la tecnología y el buen tratamiento de las historias. En este sentido, el máximo exponente, el genio japonés (lamentablemente ya retirado), Hayao Miyazaki, ha dado lecciones de cómo combinar preciosas imágenes con buenos guiones, consolidándose como uno de los grandes (sino el mejor) directores de la historia del cine de animación.

El año 2009, Pixar logró una verdadera obra maestra. “Up” se llevó toda la atención de críticos y público, logrando entre otras, el Oscar y el Globo de oro a la mejor película de animación. A ojos de la mayoría, y sin derecho a discusión, eso parecía justo y lógico. El debate se genera cuando el mismo año 2009, una emergente productora, a años luz de distancia de Gibli y Pixar en cuanto a publicidad e historia, logra una película de animación que nada tiene que envidiarle a “Up”.

“Mary and Max” es una pequeña joya, que se encumbra como una de las mejores películas de animación en lo que va de siglo. A diferencia de “Up”, esta producción australiana está dirigida a un público adulto. Usando la técnica de stop motion, la película posee un guion completo y brillantemente elaborado. Una voz en off se encarga de la narración de una historia oscura, trágica y triste, alejada en la mayor parte de su metraje, de toda alegría y positivismo. Temas como la soledad, la tolerancia y la comunicación sitúan la trama en un nivel que difícilmente captaría un niño en su totalidad.

“Mary and Max” tiene un final marcado por la tragedia y el dolor. Tan triste como “La tumba de las luciérnagas” (Isao Takahata, 1988) y tan sombría como “Coraline” (Henry Selick, 2009), la película avanza con diálogos inteligentes y abundantes en información y detalles, recordándonos que nunca una voz en off fue tan efectiva y necesaria. En resumen “Mary and Max” se aleja de la típica película de animación y logra que disfrutemos y presenciemos una conmovedora historia, quizás una de las mejores que el séptimo arte nos ha dado en los últimos años.
Juan Antonio
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