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Voto de Richard Parker:
8
6.4
45,887
Fantástico. Drama. Romance. Thriller
En un inquietante laboratorio de alta seguridad, durante la Guerra Fría, se produce una conexión insólita entre dos mundos aparentemente alejados. La vida de la solitaria Elisa (Sally Hawkins), que trabaja como limpiadora en el laboratorio, cambia por completo cuando descubre un experimento clasificado como secreto: un hombre anfibio (Doug Jones) que se encuentra ahí recluido. (FILMAFFINITY)
30 de marzo de 2018
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al terminar de ver La forma del agua y conforme van pasando los días, voy olvidándola como si se tratara de un mundo simbólico que se me ha presentado en sueños. Para mí, es una historia que trata diferentes temas, pero sobre todo y especialmente, la idealización del amor y la forma en que realmente se produce, nace y se desarrolla, un amor profundo: cuando creemos ver en el otro algo que ya habíamos esperado y conocido, y que por fin se materializa. En ese sentido, es en el único en que soy capaz de concebir el título "La forma del agua", y no es casual que este elemento ya surgiera al inicio de la película, y en el contexto en que lo hace.
Esta película es aparentemente cine raro para raros, no porque hable de algo tan trillado como la historia entre un monstruo y una mujer, sino por (de nuevo) la forma en que lo hace, porque aquí la criatura marina no se ha tratado de humanizar en su fisiología, y la muchacha enamorada no es una fémina dulcificada, amansada e inocente.
Esta película es para ti si eres capaz de entrar en ese mundo sin juzgarlo desde el tuyo, si te gustan los personajes tiernos, sensibles y luchadores, y las metáforas. Olvídate de ella si tiendes a tomar lo que ves de forma literal, si tienes poca imaginación y si piensas que una historia de amor extraña debe de tener los correspondientes fundidos en negro para tu comodidad.
Esta película es aparentemente cine raro para raros, no porque hable de algo tan trillado como la historia entre un monstruo y una mujer, sino por (de nuevo) la forma en que lo hace, porque aquí la criatura marina no se ha tratado de humanizar en su fisiología, y la muchacha enamorada no es una fémina dulcificada, amansada e inocente.
Esta película es para ti si eres capaz de entrar en ese mundo sin juzgarlo desde el tuyo, si te gustan los personajes tiernos, sensibles y luchadores, y las metáforas. Olvídate de ella si tiendes a tomar lo que ves de forma literal, si tienes poca imaginación y si piensas que una historia de amor extraña debe de tener los correspondientes fundidos en negro para tu comodidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En ningún momento se ha tratado de dejar en la penumbra los asuntos más íntimos de ese amor, y si entiendes de forma literal el mismo (olvidando que es ficción) probablemente te parecerá una ida de olla de Del Toro cuya existencia prefieres ignorar. Sin embargo, la conexión entre la escena inicial en la cual ella se masturba en la bañera y la criatura, es evidente: ellos ya estaban predestinados, ella ya sentía una comodidad en la penumbra, en la humedad, y en el agua, que la había llevado a la criatura.
En mi opinión, este cuento es una metáfora que aprovecha para tocar diversos temas, como es la relación entre la complejidad emocional con la sensibilidad para la música, o el cine, y la importancia del lenguaje, y como el hecho de que la privación de un lenguaje comprensible para los humanos, no significa que no exista una complejidad simbólica y conceptual en las criaturas que carecen del mismo.
La conmoción se muestra aquí como una cualidad inherente a la sensibilidad y, de hecho, la criatura es necesariamente un ser superior al humano, ya que además de poseer su capacidad para comprender los conceptos presenta también una superioridad física, casi mágica.
Todo esto queda olvidado por todos aquellos que se han tomado como una especie de ofensa personal que hubiera sexo entre el monstruo y la mujer (curiosamente en su mayoría hombres, que por algún motivo se han creído firmemente la existencia de este ser hasta el punto de resultarles amenazante su capacidad de fornicar). ¿O quizá resulta aún más molesto que dentro de las rutinas de la protagonista se encuentre el masturbarse enérgicamente?
A pesar de la mala crítica que ha tenido en España, (y no sé en cuales otros países) porque aquí no gusta lo raro, ni siquiera cuando está aparentemente de moda lo friki (que parezcamos frikis, pero no mucho, solo lo justo para descargarnos Pokemon go), el trabajo de Del Toro en esta película es tanto a nivel visual, como argumental, una pequeña joya, que no valdría nada sin Eliza, sensible, desafiante, feliz (porque esto es un detalle importante, ella no corre a los brazos del anfibio por ser infeliz, ella lo salva porque lo ama), y soñadora.
De las cosas que más me han gustado de esta película, es como se trata los deseos de sus personajes, y el que no hayan metido a capón ningún actor ni actriz de belleza exuberante.
Esta película habla de la forma que puede tomar algo en principio indeterminado, cuando le insuflamos la magia de nuestros sueños, deseos e imaginación.
La forma del agua no es la historia de un monstruo y una chica, es una metáfora del amor: todos queremos dar a conocer la criatura incomprendida que nos habita, conocer a ese ser de nuestra especie, que habla nuestro idioma sin palabras, el más personal, el que se expresa en silencio, el que surge cuando tienes en frente a alguien que parece que ya conocías tiempo atrás, quizá, porque solo se puede amar lo que parecía habitar en nosotros desde siempre.
Es natural, que para explicar esta predestinación del amor, esta sensación de familiaridad del enamoramiento, se recurra al origen: el agua, un elemento que es el único que puede dar vida.
En mi opinión, este cuento es una metáfora que aprovecha para tocar diversos temas, como es la relación entre la complejidad emocional con la sensibilidad para la música, o el cine, y la importancia del lenguaje, y como el hecho de que la privación de un lenguaje comprensible para los humanos, no significa que no exista una complejidad simbólica y conceptual en las criaturas que carecen del mismo.
La conmoción se muestra aquí como una cualidad inherente a la sensibilidad y, de hecho, la criatura es necesariamente un ser superior al humano, ya que además de poseer su capacidad para comprender los conceptos presenta también una superioridad física, casi mágica.
Todo esto queda olvidado por todos aquellos que se han tomado como una especie de ofensa personal que hubiera sexo entre el monstruo y la mujer (curiosamente en su mayoría hombres, que por algún motivo se han creído firmemente la existencia de este ser hasta el punto de resultarles amenazante su capacidad de fornicar). ¿O quizá resulta aún más molesto que dentro de las rutinas de la protagonista se encuentre el masturbarse enérgicamente?
A pesar de la mala crítica que ha tenido en España, (y no sé en cuales otros países) porque aquí no gusta lo raro, ni siquiera cuando está aparentemente de moda lo friki (que parezcamos frikis, pero no mucho, solo lo justo para descargarnos Pokemon go), el trabajo de Del Toro en esta película es tanto a nivel visual, como argumental, una pequeña joya, que no valdría nada sin Eliza, sensible, desafiante, feliz (porque esto es un detalle importante, ella no corre a los brazos del anfibio por ser infeliz, ella lo salva porque lo ama), y soñadora.
De las cosas que más me han gustado de esta película, es como se trata los deseos de sus personajes, y el que no hayan metido a capón ningún actor ni actriz de belleza exuberante.
Esta película habla de la forma que puede tomar algo en principio indeterminado, cuando le insuflamos la magia de nuestros sueños, deseos e imaginación.
La forma del agua no es la historia de un monstruo y una chica, es una metáfora del amor: todos queremos dar a conocer la criatura incomprendida que nos habita, conocer a ese ser de nuestra especie, que habla nuestro idioma sin palabras, el más personal, el que se expresa en silencio, el que surge cuando tienes en frente a alguien que parece que ya conocías tiempo atrás, quizá, porque solo se puede amar lo que parecía habitar en nosotros desde siempre.
Es natural, que para explicar esta predestinación del amor, esta sensación de familiaridad del enamoramiento, se recurra al origen: el agua, un elemento que es el único que puede dar vida.