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España España · Marbella
Voto de SUSTOVISION:
9
Drama. Thriller. Romance Pablo (Eusebio Poncela) y Tina (Carmen Maura) son dos hermanos, dedicados al mundo del espectáculo, que están marcados para siempre por la separación de sus padres y, sobre todo, por un oscuro secreto de Tina. Pablo, que malvive enamorado de Juan (Miguel Molina), conoce a Antonio (Antonio Banderas), pero entonces su vida se complicará aún más. (FILMAFFINITY)
28 de agosto de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
1986. La movida se acaba. Da sus últimos coletazos y la frescura desquiciada del punk más despendolado, promiscuo y politoxicómano se va encauzando en formas culturales y sociales más políticamente correctas. El bello sueño en el que la libertad carecía de límites resultó no ser cierto. El santo vicio, el bendito desenfreno y el glorioso sexo pasaron de moda. La mierda sin etiquetas está “out” y la basura que no huele ni mancha está “in”. La larga marcha está a punto de llegar a su fin porque ya no puede continuar más. Sólo queda el desencanto mezclado con la angustia porque lo auténtico acaba y será sustituido por el vacío. “La Ley del deseo” es el punto y final fílmico y personal de un Almodóvar que sabe que una etapa de su vida ha llegado a su fin. Almodóvar debe abandonar poco a poco y sin que se note la provocación más rabiosa y vital para ponerse la lucrativa etiqueta de “enfant terrible”, porque todos le dicen (y él se lo cree) que esta etapa ya ha llegado a su fin, debe llegar a su fin. Pero no es el fin (nunca es el fin), porque 18 años después Almodóvar haría otra película sobre la movida (y sobre otras muchas cosas), “La Mala Educación”, una película estrechamente vinculada a ésta, complementándose ambas en una unión de realidades y recuerdos. “La ley del deseo” es la realidad de lo inmediato, del amante que está apunto de perder aquello que le hace sentir vivo. La infelicidad es el estado idóneo del escritor porque en esos momentos es cuando sus demonios internos afloran con más fuerza. Amamos lo que no tenemos y queremos lo que sabemos que vamos a perder. La química entre dos cuerpos es algo tan vulgar y biológico que parece casi un insulto que una función corporal tan trivial nos subyugue de semejante manera. Los mejores amores son los que no tienen ninguna razón de ser, son los que más rápidamente aparecen y los que se consumen (y te consumen) con más facilidad. En “La ley del deseo” el alter-ego de Almodóvar, Eusebio Poncela, es una persona perdida en lo personal cuyo única vía de escape es el trabajo continuo y cuyo único refugio es su familia: su hermana (Carmen Maura) y su sobrina (Manuela Velasco pre-REC). Las drogas y el sexo son pobres consuelos para la eterna insatisfacción del artista y la búsqueda de un alma gemela es una vana esperanza. El amante, el enemigo, el amor deseado, encontrado y perdido (Antonio Banderas) es el elemento caótico que enturbia y pone a flor de piel los sentimientos del director. El director cree querer a un muchacho (Miguel Molina) pero lo que no sabe (o no quiere saber) es que lo que realmente le atrae de esa relación es la imposibilidad del chico a quererle con la misma intensidad que él. Es el punto trágico que el director necesita para poder seguir trabajando, escribiendo, dirigiendo (que es lo que realmente le llena). La adoración del personaje de Antonio Banderas es conveniente y satisfactoria durante un tiempo, pero no tarda en volverse tediosa e insoportable para el director. Y yo me pregunto ¿era capaz el director de enamorarse de alguien? El hilo de la trama, el asesinato, las persecuciones, la amnesia son solo elementos circunstanciales que otorgan frescura y entretenimiento a la película. El fondo del film es esa ley no escrita de la que nadie escapa. Una dura, descarnada y cruel historia de amores correspondidos y no correspondidos que, como las buenas historias, trasciende una condición sexual determinada para reflejar sentimientos universales con los que te puedas identificar.
SUSTOVISION
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