Cine judicial competente con el holocausto nazi puesto en tela de juicio y ciertos tintes de telefilm. Se trata de una historia pequeña, sin histrionismos, sin pretender apelar al melodrama más facilón, sensiblero y panfletista, aunque en ocasiones llega a rozarlo. Su punto fuerte lo muestra en su sobriedad a la hora de narrar la historia. Sorprende que estemos ante una película basada en acontecimientos reales sobre hechos tan irrefutables como lo fue el holocausto, y hayan sido sometidos a juicio para comprobar la veracidad de lo que cuenta la historia. Es una film que se asienta en la dirección de actores, donde guarda su auténtica baza, encabezados por una Rachel Weisz que aporta una buena interpretación, como suele ser habitual en su filmografía, aunque en ocasiones algo exagerada en su lucha con la causa, no siempre consiguiendo que me la crea. Los mejor parados son Tom Wilkinson, que roba gran parte del protagonismo y Timothy Spall, con el pulso interpretativo que mantienen a lo largo de todo el juicio. En definitiva, solvente film menor de género judicial sin grandes alardes ni exhibicionismos que destaca por su dirección de actores y una buena estructura narrativa.