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Voto de AngelsRup:
6
Drama. Intriga Un intrigante y manipulador mayordomo consigue, gradualmente, dominar la vida del señor al que sirve, aprovechándose de sus debilidades sexuales. Un tenso y adulto drama psicológico que obtuvo excelentes críticas. (FILMAFFINITY)
12 de febrero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Sirviente, de Joseph Losey (en su 50 aniversario en 2013)

Es una de esas películas que hace grande al cine y que, sorprendentemente, apenas pierde fuerza y actualidad con el paso del tiempo.

Un filme inclasificable, dirigido por Joseph Losey, un norteamericano afincado en el Reino Unido tras huir del mackartismo. Adaptando una osada novela escrita por Robin a finales de los cuarenta, y contando con la reescritura para la gran pantalla del reputado autor teatral Harold Pinter, con el tiempo reconocido con el premio Nobel de literatura.

“Lo sencillo del clásico siempre lo mejor”

Además, y por si esto fuera poco, nos brinda una de las interpretaciones más sobresalientes que se recuerdan a cargo de Dirk Bogarde, todo un ejemplo de cómo expresar sutilmente con el lenguaje corporal, fundamentalmente la mirada, lo contrario de lo que manifestaban las líneas de diálogo.

El Sirviente puso de golpe al cine británico a la altura del italiano y del francés. Probablemente hizo más por recoger y estimular el inminente clima de apertura y liberación de los 60 que los jóvenes airados del Free Cinema, el movimiento rupturista en boga en aquel momento.

El sirviente transcurre en una mansión del londinense barrio de Chelsea. Un ambiente claustrofóbico en donde un joven representante de la clase acomodada contrata a un mayordomo. La relación que surge entre ambos acaba poco a poco rompiendo las jerarquías y, de algún modo, da la vuelta al orden establecido.

En su momento se recibió a El Sirviente como el paradigma cinematográfico de la lucha de clases, justo en un momento en que la rígida tradición victoriana comenzada a resquebrajarse. Precisamente se atribuía a Pinter esa visión más politizada, siendo la escena final del filme una aportación suya en la que observamos cómo Tony, el personaje de corte aristocrático a cargo de Jamex Fox, intenta no perder la posición siempre un poco más elevada.

Pero en el universo de Harold Pinter había mucho más, más allá de lo evidente, algo que Lluís Pascual, gran conocedor de su obra, decía: “Pinter, en los silencios que se producen en la vida, es el paradigma del autor que ha conseguido poner en escena lo que no se dice y todos sabemos que lo que no nos decimos tiene más volumen, si tuviéramos que escribirlo, que lo que nos acostumbramos a decir.”
Silencios, pausas, atmósferas amenazantes, identidades difusas, eran también rasgos de Pinter compartidos por el creativo equipo que hizo El Sirviente.

Como toda obra maestra El Sirviente conserva el poder de seducción de una obra abierta, sin perder su capacidad de turbación emocional, la ambigüedad juega como valor al alza y el debate está asegurado a la salida del cine.

Siendo, esta vez de manera excepcional, los papeles masculinos más complejos que los femeninos, con el tiempo se afianzaría la tesis de una atracción homosexual. Teniendo en cuenta que en 1963 en Gran Bretaña la homosexualidad estaba penada con cárcel, había mucho que decir al respecto, eso sí, con un exquisito nivel de sutilidad.
Sin embargo, el Director Joseph Losey afirmaba tiempo después a la prensa que no quería reducir el filme a un simple estudio de un pequeño affaire homosexual. Hay quien se aventura a ver en El sirviente una sofisticada reedición del mito de Fausto. Barret, el inolvidable personaje de Bogarde, sería como un Mefistófeles, con un indudable poderío de corte maléfico, corrompiendo y fagocitando un alma de un ser, por otro lado, bastante dependiente como Tony.

A propósito de Barret, la enorme composición del personaje que hiciera Dirk Bogarde, deja claro la implicación del actor que, de esta manera dio un giro a su carrera, escapando de los planes que tenía para él la Grand Organization encasillándole en papeles de galán.
Además, Bogarde asumió personalmente la dirección de El Sirviente, en estrecho contacto con Losey, mientras éste se recuperaba de una neumonía en el Hospital.

No sería justo tampoco ignorar al gran director de fotografía Douglas Slocombe trabajando la luz y la sombra, moviendo sinuosamente la cámara y sobre todo sacando partido a esos espejos distorsionadores omnipresentes a lo largo del filme
Un plantel de actores nuevos con un brillante porvenir secundaron el inmenso trabajo de Dirk Bogarde. James Fox, Sarah Milles y Wendy Craig siempre agradecieron haber estado en esta película.

Y terminamos con una pertinente reflexión de Joseph Losey, autor de otros celebrados títulos, como El Mensajero: “No considero mi trabajo particularmente pesimista, porque creo que el pesimismo es una actitud que no alberga esperanza en los seres humanos, o en la vida en general, y que, por consiguiente, carece de compasión. Y para tener compasión creo firmemente que tienes que examinar los peores aspectos de la vida, los más trágicos y crueles, así como los más hermosos y también aquellos aspectos que corrompen la vida, la distorsionan y la destruyen”.

29/11/2013 – Raúl Alda – Días de Cine -
AngelsRup
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