Haz click aquí para copiar la URL
España España · Miranda de Ebro
Voto de Cocalisa:
8
7.9
2,484
Documental Promises trata del viaje de Goldberg a través de las comunidades palestinas, los asentamientos en la Orilla Occidental y los conocidos barrios de Jerusalén. Allí conoce y pone en contacto a niños palestinos e israelíes de edades comprendidas entre los nueve y los trece años. Aclamado documental rodado en los años 1997, 1998 y 2000 durante un tiempo de relativa calma, después de la firma de los acuerdos de Oslo y antes de la última ... [+]
20 de julio de 2007
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yarko, Daniel, Mahmoud, Shlomo, Sanabel, Faraj, Moishe. Siete niños -judios unos, palestinos los otros- que viven a escasos minutos. Siete niños separados, sin embargo, por la vertiginosa distancia creada por la historia de sus respectivos pueblos. Por años de violencia, terror y desarraigo. Por una cotidianidad marcada por el adoctrinamiento, el prejuicio, el fanatismo. Siete niños convertidos, en el magnífico documental Promises, en portavoces de un sector de población especialmente vulnerable al que nadie pide opinión, y en protagonistas de una experiencia reveladora: vivir, aún durante un breve espacio de tiempo, el descubrimiento del “otro”.
La nominación de este trabajo al Oscar de 2002 como Mejor Documental no es sino el justo reconocimiento a la decencia, valentía y habilidad narrativa demostradas por sus tres codirectores : la californiana Justine Shapiro, el bostoniano B.Z. Goldberg (interlocutor de los chavales ante la cámara) y el mejicano Carlos Bolado (responsable también del montaje, cuyo dominio ha demostrado en Como agua para chocolate o en Amores perros.
Rodado entre 1997 y 2000 -esto es, en un periodo de relativa calma, antes del inicio de la Segunda Intifada-, incluye algunas secuencias añadidas dos años después, cuando la reactivación del odio y su cosecha de dolor abren fisuras en la esperanza de los tempranos adolescentes.
El trío realizador nos sumerge en la vida de la abigarrada Jerusalén y en la de los campos de refugiados situados en su entorno con una notable inteligencia; esto es, descubriéndonos la pavorosa complejidad del conflicto palestino-israelí sin obviar ninguno de sus matices, sin construir un discurso unidireccional, abandonándose con toda sabiduría a la espontaneidad de sus personajes. Su recorrido por ese universo en el que son omnipresentes las armas, la amenaza latente o el recuerdo de las víctimas de uno y otro lado, desborda de esa manera emoción y sinceridad. Derrocha también un cálido humor y hallazgos narrativos tan brillantes como un improvisado duelo de eructos o la cómica declaración de principios de una princesilla atrapada por dos sillas apilables.
Hijos de judíos liberales descendientes de víctimas del nazismo o de rabinos integristas, hijas de militantes presos o de colonos sionistas, habitantes de los barrios árabe o judío de Jerusalén, de campos o de asentamientos... los niños ofrecen el reflejo nítido del laberinto iniciado aquel ya lejano 29 de noviembre de 1947, cuando la ONU aprobó partir el territorio recién abandonado por Gran Bretaña en dos zonas, una israelí y otra palestina.
El deseo de un futuro mejor, representado en la imagen de un recién nacido envuelto en una manta de voluntarista estampado, no oculta una realidad que tiempo atrás apuntaba el filósofo George Murrel: “cuando dos elefantes se pelean, es la hierba la que sufre”.
Cocalisa
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow