Debo decir ante todo que he estado muy enganchado a esta serie...hasta que he dejado de estarlo. Y la razón: incluso la "necesidad" de ser testigo de las desgracias y sufrimientos ajenos tiene un límite y ese límite se llama sadismo. Porque no se puede o no se debería poder "disfrutar" de un espectáculo que se dedica exclusivamente a retratar el sufrimiento extremo, la crueldad y la tortura sin ofrecer ninguna recompensa.
Supongo que debidi al éxito que haya podido cosechar la serie, sus productores han decidido alargar y estirar sufrimientos, lágrimas y torturas hasta que "el cuerpo aguante".
Me resulta curioso comprobar lo paradójico que resulta todo: tercera temporada de ser testigo de extremos sufrimientos ajenos, de detestar a los malos pero ahí sigo, aún cuando ya como espectador no confío en que la "recompensa", el ver a los buenos alzarse y a los malos sucumbir vaya a producirse. No sé si he alcanzado el límite de tolerancia al sufrimiento ajeno pero si no lo he hecho voy a tener que obligarme a alcanzarlo porque no es sano, porque no quiero.
El cuento de la criada pierde su gracia cuando se convierte en un muestrario incesante de golpes...y no me intenten vender que todo esto va de crítica social porque ya la hemos pasado y ahora solo nos queda revolcarnos en el fango.
Mención especial de este alargamiento sádico del dolor ajeno merece ese recurso narrativo por el cual los malos son menos malos para volver a ser malísimos pero espera que quizás no sean tan malos, no, no definitivamente son requetemalos aunque bueno... Cansa.
Y, por último, hay que mencionar y recordar a los productores y realizadores que cuando los espectadores nos viciamos con una serie podemos pasar por alto las inconsistencias (en spoiler) de guión. No es que no las cuelen sino que decidimos ignorarlas en aras del entretenimiento. Pero cuando vemos que lo único que se nos ofrece es más de lo mismo (y siempre malo, perverso) dejamos de aceptar y le damos al off. Y la serie en cuestión acaba siendo algo a olvidar.