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España España · Madrid
Voto de Gatitos:
3
Thriller. Intriga A pesar de que Kevin (James McAvoy) le ha demostrado a su psiquiatra de confianza, la Dra. Fletcher (Betty Buckley), que posee 23 personalidades diferentes, aún queda una por emerger, decidida a dominar a todas las demás. Obligado a raptar a tres chicas adolescentes encabezadas por la decidida y observadora Casey (Anya Taylor-Joy), Kevin lucha por sobrevivir contra todas sus personalidades y la gente que le rodea, a medida que las ... [+]
15 de octubre de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto es lo que pasa cuando haces una película sobre un trastorno psicológico que explotas de manera totalmente absurda y, sobre todo, poco rigurosa, y el público desconoce cómo funciona en realidad. Para empezar, el trastorno de identidad disociativa (o de personalidad múltiple) es tan polémico que algunos llegan a considerar que su manifestación exótica puede que no sea más que la mera incitación de los terapeutas. A día de hoy, sin embargo, sí que está reconocido como un trastorno perteneciente a los llamados disociativos, aunque es estadísticamente muy infrecuente. En cualquier caso, aunque la excitación del público se eleve con este tipo de patologías porque ya le remiten a todo tipo de perturbaciones, los menos que sí lo padecen son poco más que personas que probablemente sufrieron abusos o negligencias mantenidos en el tiempo durante su infancia, con una vida dura, y que probablemente se sentirían ofendidas por tanta fantasía en relación con su problema. No, las personas con trastornos disociativos no son asesinas o peligrosas, como estamos hartos de ver, y de hecho están luchando seriamente contra una estigmatización que películas como esta no hace sino empeorar. De hecho, la película fue criticada por ciertas organizaciones y pacientes por esto mismo. Y sí, hay que distinguir la realidad de la ficción, pero cuando el público no conoce siquiera la realidad y solo tiene la ficción como aproximación a los trastornos mentales raros como este (que, sea o no realmente una entidad gnosológica fundamentada, la realidad es que engloba a gente bajo su etiqueta), la máquina de hacer prejuicios se pone en marcha. Nos guste o no, y aunque sepamos perfectamente que se trata de ficción.
La psicología/psiquiatría son precisamente disciplinas de las que el cine y la literatura se burlan constantemente. Así, como era esperable, la doctora Fletcher la mitad del tiempo que habla es solo para decir idioteces infundadas (¿“pueden cambiar su química corporal con la mente”? ¿en serio?), porque ¿para qué construir una historia respetuosa con la realidad si uno puede sencillamente inventarse las tonterías que quiera que el público lo acogerá con gusto? El esperpento final fue la gota que colmó un vaso que, por otro lado, no era tan difícil de colmar, y solo me reafirmó en mi opinión de que o bien Shyamalan estaba burlándose del intelecto de la audiencia, o bien evidenciando las deficiencias del suyo propio al decidir apostar por esta propuesta absolutamente sin sentido.

A quien le guste pasar el rato viendo películas de suspense, puede que le guste, pero que tenga en cuenta que mucho de lo que se muestra en la película está o bien totalmente infundado o bien es una drástica exageración de lo que se ha visto que sucede en la realidad. Yo personalmente prefiero no perder el tiempo con este género a caballo entre el thriller y la ciencia ficción que solo confunde al público y que recurre innecesariamente una vez más en la imagen de las personas con trastornos mentales como seres peligrosos a los que hay que temer y de los que hay que desconfiar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gatitos
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