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España España · Madrid
Voto de paki:
10
Comedia. Drama Marcel Marx, famoso escritor bohemio, se ha exiliado voluntariamente y se ha establecido en la ciudad portuaria de Le Havre (Francia), donde vive satisfecho trabajando como limpiabotas, porque así se siente más cerca de la gente. Tras renunciar a sus ambiciones literarias, su vida se desarrolla sin sobresaltos entre el bar de la esquina, su trabajo y su mujer Arletty; pero, cuando se cruza en su camino un niño negro inmigrante, tendrá ... [+]
1 de enero de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arletty es una mujer equivocada. Piensa que vive en un barrio donde no suceden milagros. Y eso es lo que parece a simple vista. Su barrio es el del puerto de El Havre. Un lugar pobre donde subsisten y sobreviven personas muy humildes. Sin ir más lejos, está casada con Marcel, un limpiabotas, asi que su vida tiene mucho de pobre y poco de milagro.

Además está muy enferma y necesitaría otro,imposible, para curarse. Demasiados milagros para una sola vida.

Pero en esta historia de maravillas todo parece posible. Como que las pobres personas que viven en ese barrio humilde se confabulen para obrar milagros, como el de ayudar a alguien todavía más necesitado que ellos, Idrisa, un muchacho inmigrante que necesita un milagro urgente para reunirse con su familia y mejorar de vida. Lo dicho, un milagro. Pero la solidaridad, la humanidad, la generosidad y la bondad llegan donde donde no llega nada más. Idrisa está en las mejores manos. Marcel es un hombre tan bueno como pobre, pero donde le falta el dinero, le sobra el corazón y la voluntad para ayudarle, y, cuando el no está, el de sus vecinos. Gente sencilla: la panadera, la señora del bar, el frutero, el colega limpiabotas, el viejo rockero, hasta la ayuda inesperada del sitio menos esperado... Personas mágicas, capaces de fabricar un milagro, o dos, o muchos, porque la generosidad y la solidaridad es así de increíble...

Ah! mi título no es por la condición humilde, casi de miseria, de los protagonistas; ni porque Marcel me recordara el mejor Jean Valjean, generoso y sacrificado; o el comisario fuera un Javert capaz de descubrir su humanidad en el preciso momento, sino porque hace unos días oí que un pobre ministro, nada humilde, pensaba castigar y multar la generosidad, la solidaridad, la ayuda y la empatía de los que tienen un poco hacia los que no tienen nada. O sea, prohibir los milagros por real decreto ¿se puede ser más miserable?
paki
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