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Western. Acción
Arizona. Con la esperanza de conseguir una recompensa que le permita evitar la ruina de su rancho, Dan Evans (Christian Bale) decide colaborar en el traslado del peligroso forajido Ben Wade (Russell Crowe) hasta un pueblo, donde deberán coger el tren de las 3:10 para llegar a la prisión de Yuma. Remake del film de 1957 de Delmer Daves. (FILMAFFINITY)
28 de septiembre de 2011
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dan Evans es un hombre sin suerte. Un perdedor nato. Lo sabe él y también su familia: una mujer paciente pero cansada, un hijo pequeño enfermo y uno adolescente que sueña con el valor, la fuerza y el coraje de los forajidos de leyenda que lee en las novelas pero que no conoce porque su padre es un hombre cojo y desalentado por todo tipo de desgracias. El cacique del pueblo, sus matones, las deudas, la sequía, la falta de confianza de su familia... Una desgracia tras otra que le suceden un día a continuación del siguiente. Hasta que un día se cruza con Ben Wade.
Ben Wade es el forajido de leyenda de los libros de su hijo. Y, seguramente, el padre que le hubiera gustado tener. Fuerte, listo, valiente a morir y el más rápido para matar. Cuando el destino los pone uno al lado del otro, incluso, uno en poder del otro, Dan Evans sabe que es inferior en todo a Ben Wade. Y Ben también lo sabe, o lo sospecha, porque Dan es un hombre diferente a los que él ha conocido siempre. Y por los que sabe dos cosas básicas para sobrevivir: que ningún hombre quiere morir y que todos tienen un precio. Pero Evans no es así. A él no le importa morir sino que viva su familia. Y su precio es, exclusivamente, el suficiente para que su mujer y sus hijos tengan una oportunidad en la vida. Así que, a fin de cuentas, Dan Evans, el hombre cojo, pobre, insignificante, despreciado por su hijo y maltratado por la fatalidad, resulta el hombre más fuerte, valiente e invencible al que se ha enfrentado nunca. De hecho, siente que más que enfrentarse es el hombre al que más cerca se ha sentido jamás de comprender y admirar. Y el hombre que ha conocido, que más se ha merecido una segunda, tal vez, la última oportunidad. Tal vez, quizás, acaso, incluso, fuera el padre que le gustaría haber tenido.
En el camino hacia la estación, en busca del tren de las tres y diez, con destino a Yuma, Ben y Dan se juegan su futuro y su vida. Pero Ben Wade sabe que todavía tiene muchas oportunidades de no llegar nunca a Yuma. Tiene fuerza, coraje, valor, astucia, amigos, dinero y suerte. Y sabe que Dan Evans no tiene más que la necesidad insoportable, por primera vez en su vida, de acabar bien ese trabajo. El único que nadie querría, ni podría, hacer. El que le procurará a su familia todo lo que necesita para sobrevivir. El que conseguirá que su hijo le admire como a esos jinetes de leyenda de las novelas. El que le redimirá de la mediocridad y el fracaso que lleva años soportando sobre una sola pierna. Se juega la vida, si es que a su vida se le puede llamar así y tiene tanto que ganar a cambio...
Ben Wade es el forajido de leyenda de los libros de su hijo. Y, seguramente, el padre que le hubiera gustado tener. Fuerte, listo, valiente a morir y el más rápido para matar. Cuando el destino los pone uno al lado del otro, incluso, uno en poder del otro, Dan Evans sabe que es inferior en todo a Ben Wade. Y Ben también lo sabe, o lo sospecha, porque Dan es un hombre diferente a los que él ha conocido siempre. Y por los que sabe dos cosas básicas para sobrevivir: que ningún hombre quiere morir y que todos tienen un precio. Pero Evans no es así. A él no le importa morir sino que viva su familia. Y su precio es, exclusivamente, el suficiente para que su mujer y sus hijos tengan una oportunidad en la vida. Así que, a fin de cuentas, Dan Evans, el hombre cojo, pobre, insignificante, despreciado por su hijo y maltratado por la fatalidad, resulta el hombre más fuerte, valiente e invencible al que se ha enfrentado nunca. De hecho, siente que más que enfrentarse es el hombre al que más cerca se ha sentido jamás de comprender y admirar. Y el hombre que ha conocido, que más se ha merecido una segunda, tal vez, la última oportunidad. Tal vez, quizás, acaso, incluso, fuera el padre que le gustaría haber tenido.
En el camino hacia la estación, en busca del tren de las tres y diez, con destino a Yuma, Ben y Dan se juegan su futuro y su vida. Pero Ben Wade sabe que todavía tiene muchas oportunidades de no llegar nunca a Yuma. Tiene fuerza, coraje, valor, astucia, amigos, dinero y suerte. Y sabe que Dan Evans no tiene más que la necesidad insoportable, por primera vez en su vida, de acabar bien ese trabajo. El único que nadie querría, ni podría, hacer. El que le procurará a su familia todo lo que necesita para sobrevivir. El que conseguirá que su hijo le admire como a esos jinetes de leyenda de las novelas. El que le redimirá de la mediocridad y el fracaso que lleva años soportando sobre una sola pierna. Se juega la vida, si es que a su vida se le puede llamar así y tiene tanto que ganar a cambio...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Le disparo diez puntos porque no me quedan más en la recámara. Uno porque me gustan los jinetes y forajidos de leyenda; dos, porque me molan los hombres tranquilos y buenos, aunque estén pasados de moda; tres, porque me gusta que te gusten los ojos verdes y los de cualquier otro color; cuatro, porque tu hijo me hizo llorar y sonreír con la misma emoción que si hubiera sido mío; cinco, porque me encanta el oeste, los ferrocarriles, los indios, los pueblos mineros, la chica del saloon, las vacas, el veterinario sacabalas y la tormenta sobre tu granja; seis tiros para el rubio infernal; siete besos para Russell, y otro más, ocho para Christian; nueve porque fuiste el hombre que llegó a tiempo a la estación y diez por ese caballito lindo que siempre obedece...