Un acaudalado abogado es detenido como rehén en una redada callejera por los alemanes durante la ocupación de París en la II Guerra Mundial. Al principio su visión de hombre de leyes le hace protestar pidiendo ver al oficial al mando, indicando que es un error, que él es inocente, hasta que comprende que da igual puesto que la misión de los detenidos es servir de escarmiento ante posibles actuaciones de la Resistencia: cuando ésta actúa algunos rehenes son ejecutados como respuesta.

Cuando llega el momento fatídico en que los alemanes indican que a la mañana siguiente uno de cada diez hombres morirán y les dicen que decidan entre ellos qué tres de los treinta detenidos serán, lo echan a suertes, siendo uno de los elegidos el abogado. Desesperado trata de comprar su vida ofreciendo su casa y toda su fortuna a quien le sustituya e inesperadamente un hombre joven pero enfermo acepta para dejar algo a su familia.

Cuando, tras la guerra, el abogado subsiste como vagabundo no puede remediar acercarse a su antigua casa donde la madre y la hermana del muerto viven amargadas. Incapaz de confesarles quién es él ante el (lógico) rencor (más bien odio) que sienten, les dice que él estaba en la celda con el hermano y con el abogado, y le contratan para ayudar en la casa... y para reconocer al exricachón si aparece por allí.

Despreciando la acción que cometió, de alguna forma es feliz al poder estar en su antigua casa y en cierta manera le parece estar expiando su culpa al ayudar a las mujeres, y va apareciendo una atracción entre la hermana y él. Todo cambia cuando una noche de tormenta alguien aparece: un hombre que afirma ser el abogado que hizo el trato.

Adaptación televisiva de la novela de Graham Greene, me deja la sensación de una gran idea algo desaprovechada. Parte del problema está en la novela inicial que sin duda queda por debajo de la media del autor, y parte está en la propia direccion de la película que desaprovecha a los actores, haciéndoles en algunos casos sobreactuar. Sin embargo la recomiendo. Que pudiera haber sido buenísima y se haya quedado en buena no sería razón para perdérsela. Un seis