Otra bella película de Rafael Gil, perfectamente realizada, llena de interés y con una especial frescura, debida sin duda a la calidad y agudeza del gran Miguel Mihura, que proporcionó el guion.
Y, sin embargo, se trata de una obra desconocidísima, acaso por tratarse de un una historia criminal, caso raro en el cine de Gil. Una historia tan trepidante -de principio a fin- como alejada de convencionalismos, y a la altura de muchos de los mejores films extranjeros del género. Asombra que en la España de 1949 haya podido realzarse una película como ésta..
Hay que repetirlo: qué injusta ha sido la posteridad con este gran cineasta español del franquismo, por mucho que en sus últimos años haya perpetrado un montón de películas casposas.