Estamos ante una cinta asfixiante, y desde luego irritante, por su exceso de tenebrismo, tanto en el aspecto puramente visual de la película como sobre todo por la perturbación mental, real o inducida, de sus dos protagonistas femeninas (por cierto horriblemente gritonas) que no dan tregua al espectador. El asunto de la película no es nada original: una joven atormentada por la traumática experiencia de la locura materna tiene constantemente pesadillas que la encaminan al mismo destino de su madre, y pronto, muy pronto, se ve (no estoy incurriendo en espóiler) que alguien le está haciendo luz de gas, con fines meramente económicos. ¿Hay algún aficionado al cine de misterio que no haya visto esta historia al menos ochenta veces?.
No faltan giros del guion que prometen alguna novedad, pero al final el maldito y omnipresente cuchillo de cocina acaba haciendo lo de siempre.
Aun salvando la corrección y elegancia que, como film inglés de los años sesenta, le son propias, se trata de una obra bastante adocenada