Señores, es la tercera vez que veo El Padrino III y les puedo asegurar que esta vez me he aburrido en determinadas secuencias. No quiero desmerecer las virtudes de la película, pues son todos sus apartados casi, diría, perfectos, a causa de su meticuloso estudio de puesta en escena. Y ahí mismo es donde huele a tufillo por estancamiento de fluidez: absolutamente cada detalle está perfectamente colocado en su lugar, sin posibilidad absoluta de movimiento. Ello también proporciona a la obra un ambiente de conservadurismo inamovible del poder, pura coherencia con el asunto a tratar. Con esto pretendo ser un tanto reaccionario en relación a las alabanzas generales que la película suscita, aunque mi carácter es simplemente de naturaleza alborotadora, sin ir más lejos. Pues creo que este film es, sin lugar a dudas, espléndido.
Aunque su historia en ocasiones le quede a veces grande a ese actor bajito con traje también demasiado grande. Pero que mas da esto, si cuando asistes al grito de la escalinata el hombrecillo este logra hacer que de tus ojos broten lágrimas. Digo yo que en ese gesto puede leerse el gran peso emocional que el tipo bajito carga a sus espaldas desde muchos años ha. Y mira tú si es intenso que emociona de tal forma que hasta te sales de la peli sin remedio unos instantes para reafirmarte el verdadero potencial del cine.
Muy buena peli, pero sufre de baja autoestima al lado de sus hermanas mayores, se nota por sus intentos de imitar modos que quizá no sean de su propia naturaleza.
Es muy gracioso que Coppola no se haya dado cuenta de que George Hamilton está tan terriblemente mal situado en la obra como un pulpo en el mostrador de una oficina bancaria.