Suerte que como espectadores siempre llegamos en el mejor momento. 2 años en una estación científica de la Antártida sin casi nada que hacer, todo tranquilo y sin el menor desorden que de emoción a sus vidas.

Pero en el momento en el que tienen que partir a casa, llegamos nosotros como espectadores, como detonantes de una masacre en toda regla, con multitud de asesinatos y desapariciones que hacen insoportable el hecho de seguir allí. Y todo esto con el avión despegando.

Menos mal que tenemos nada más y nada menos que a una Marshall que vela por el orden y que será la máxima protagonista en lo bueno y en lo malo, y a veces en lo peor, y que será objetivo del asesino de turno que persigue a sus víctimas con una especie de piolet en la mano cual si estuviera protagonizando Sé lo que hicisteis el último verano. Solamente cambia el chubasquero por un polar y el verano por el más crudo invierno.

Situaciones a veces sonrojantes y sin embargo casi siempre entretenidas que utilizan los adversos exteriores para confundir al espectador y crear una atmósfera extraña y a la vez atractiva. Todo ello empañado por un desenlace decepcionante, sin duda un de los peor resueltos de la historia reciente.