Actualmente me encuentro viendo toda la filmografía de Clint Eastwood como director antes de ver El francotirador y la verdad es que tenía ganas de ver Ruta suicida como cinta policíaca de acción y me ha gustado aunque he de reconocer que tiene mejores films, más creíbles y menos tontos por momentos. La química entre Locke y Eastwood es fácilmente palpable y hay escenas muy divertidas, las secuencias de acción y el ritmo hacen llevadera a la película por lo cual en ese aspecto cumple. Evidentemente el guión no es ninguna maravilla y tampoco hay sorpresas. El tono es más cómico que serio y eso la hace perder la emoción y sentimentalismo que tienen otras cintas de Clint, por eso esta cinta jugaría más en la liga de la saga de Harry Callahan pero aún más graciosa. Destacar la escena de Eastwood contra una treintena de moteros, diálogos impagables y desternillantes. La música encaja con el tono de la cinta, similar a la compuesta por Lalo Schifrin en otras ocasiones y Eastwood está en su salsa como de costumbre. Lástima que el último tramo se pierda y se vaya por las ramas dejando una película inverosímil e irreal además de querer terminar muy rápido y de forma incompleta.
Un entretenimiento divertido dentro del cine de acción de Eastwood que no ha pasado ni pasará a la historia en su filmografía pero que si deja detalles y momentos de calidad a recordar para pasar un buen rato y no olvidarse de que Clint no solo hace cine serio sino que también hace blockbusters.