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Uruguay Uruguay · Montevideo
Voto de Atilio:
8
Drama. Thriller Jean Carter, la hija de 11 años de una familia que recién se ha mudado a un pequeño pueblo de Canadá, dice haber sido corrompida por un hombre que le ofreció caramelos. El viejo del que hablaba la niña resulta ser el Sr. Olderberry, abuelo de la familia más antigua, arraigada y poderosa de la ciudad. Aunque los padres están convencidos en denunciar el caso a la policía, el proceso judicial no será tan sencillo como esperaban. (FILMAFFINITY) [+]
20 de noviembre de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De alguna manera hay una extraña conexión con "Town Without Pity", aunque esta "Never Take Sweets from a Stranger" es bien distinta a esa gran producción alemana que protagonizó Kirk Douglas. Porque si bien aquí también hay un abuso sexual de por medio y una airada protesta social en el pequeño pueblo donde se perpetra el crimen, esta película británica es una obra notable, desconocida e injustamente desdeñada por público y crítica de la época. Seguramente hay dos circunstancias que explican las razones por las que se le dio la espalda a esta gran película.

En primer lugar, el estudio que financió el proyecto fue la casa Hammer reconocidísima productora especializada en el género de terror clase B (varios Drácula y otros tantos Frankenstein, e historias de momias) que, especulando con el retorno de taquilla por un tema escabroso, se embarcó en el rodaje de este filme. Incluso, si se observa atentamente el tráiler oficial, la promoción que se hace es casi obscena haciendo hincapié en el tema y estableciendo que es la primera película en la que se atreven a cambiar de género. Los antecedentes de la Hammer siempre recordaban a Cristopher Lee, Vincent Price, Peter Cushing y otros íconos del terror, deambulando por cementerios, casonas malditas y bosques amenazantes.

Por otra parte, el hecho narrado era bien tabú en la década de los 60: actos de pedofilia perpetrados por un anciano de acaudalada familia y figura de prestigio en su entorno geográfico. Tan escabroso resultaba en esa época mencionar el abuso infantil, que el guión ubicó la historia en un pueblo canadiense, bien lejos del Reino Unido.

La desesperación de la familia de una de las víctimas se extiende mucho más allá del dolor sufrido por su hija, porque deben enfrentarse a autoridades que pretenden —cuando no— poner en duda la veracidad de hechos narrados por niños. Y aquí también un abogado defensor que con ausencia de todo escrúpulo intenta revictimizar a la niña con el fin de proteger al viejo depravado.

En el juicio que ocupa un breve tramo de la película, salen a luz los temores por la presión económica que puede ejercer la familia del acusado. Asimismo es muy interesante el planteo que se usa para poner en escena al personaje que representa al pederasta, no pronuncia una sola palabra en todo el metraje. Además hay otro agonista que tal vez sea más siniestro que el mismo sospechoso, su propio hijo quien se encarga de amenazar veladamente a la comunidad para evitar una condena.

En las escenas finales la historia da una voltereta en la trama y en el género, con elementos propios de la Hammer en un tono de thriller y horror insinuados que con sutileza dan una vuelta de tuerca en el argumento resolviendo el misterio justo al final. Obviamente,no tiene ninguna gracia adelantar de qué se trata ni siquiera en la zona spoiler..

80 minutos de entretenimiento tenso en una estupenda película que recomiendo calurosamente.
Atilio
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