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Romance. Drama
En una ciudad provinciana, Mario, un mediocre oficinista que vive en una modesta pensión, conoce una noche a la joven Natalia, en cuyo rostro se refleja un profunda tristeza. Le da conversación para animarla y ella le explica cómo cambió su anodina vida cuando conoció a un apuesto forastero del que se enamoró y cómo cada noche su regreso. Durante cuatro noches mágicas, Mario, enamorado de Natalia, alberga la esperanza de sustituir en su ... [+]
19 de septiembre de 2008
27 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor de la película es Mastroianni, un excelso actor que, a pesar de su apostura, aquí interpreta de manera magnífica y creíble a su antítesis, es decir, un hombre solitario, tímido, pueril a veces, que busca desesperadamente compañía para salir de su rutinaria vida.
No me gustó tanto Maria Schell, cuyos gestos histriónicos y risas nerviosas crispan un tanto al espectador. El guión se aproxima más al realismo mágico que al neorealismo, en esto recuerda un poco a Milagro en Milán o a Giulietta de los Espíritus (la niebla, siempre la niebla), rodada como fue la película en Cinecittá, con decorados de cartón piedra y una atmósfera ónírica que entronca a la perfección con "Niebla", la Novela de Unamuno: un no-sitio, una u-topía narrada desde dentro, que nos cuenta la intrahistoria hermética de dos personajes aislados del mundo.
No me gustó tanto Maria Schell, cuyos gestos histriónicos y risas nerviosas crispan un tanto al espectador. El guión se aproxima más al realismo mágico que al neorealismo, en esto recuerda un poco a Milagro en Milán o a Giulietta de los Espíritus (la niebla, siempre la niebla), rodada como fue la película en Cinecittá, con decorados de cartón piedra y una atmósfera ónírica que entronca a la perfección con "Niebla", la Novela de Unamuno: un no-sitio, una u-topía narrada desde dentro, que nos cuenta la intrahistoria hermética de dos personajes aislados del mundo.
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spoiler:
El final es excelso, magnífico, con un Mastroianni que cae en el mismo pecado de la esperanza que tanto le echa en cara Schell, en una locura de amor que duele al espectador y con las lágrimas masculinas más creíbles que se hayan visto en la historia del cine, incluso más que las de Gérard Philipe en "Los amantes de Montparnasse", otro culmen de Hombre-descarnado.
Los hombres también lloran, y en ese momento final de la película sabemos perfectamente que Maria será una desgraciada con el extraño huésped de la pensión. Curiosamente, ella hace aquí el papel que realizó Mastroianni en tantas de sus películas como seductor, en las que abandona a la mujer que le quiere por una aventura, si bien el amor de Maria Schell aquí por el hombre idealizado es inocente y no intencionado. Al final nos invade una tristeza infinita, que acentúa el grandísimo Nino Rota con una partitura melancólica muy parecida a la de I Vitelloni.
Los hombres también lloran, y en ese momento final de la película sabemos perfectamente que Maria será una desgraciada con el extraño huésped de la pensión. Curiosamente, ella hace aquí el papel que realizó Mastroianni en tantas de sus películas como seductor, en las que abandona a la mujer que le quiere por una aventura, si bien el amor de Maria Schell aquí por el hombre idealizado es inocente y no intencionado. Al final nos invade una tristeza infinita, que acentúa el grandísimo Nino Rota con una partitura melancólica muy parecida a la de I Vitelloni.