- El personaje de Abraham es bueno, muy bueno, pero tiene cosas de perogrullo para ser un tipo que pasó 60 años de su vida buscando y cazando vampiros. Un ejemplo claro sucede en el episodio 13 de la primera temporada: el Amo atraviesa la ventana y está tumbado asándose en una clásica barbacoa vampírica de toda la vida... y sólo tiene que cortarle la cabeza, nada más que eso: ¡pues no! empieza a soltar una puñetera y estúpida letanía de "en nombre de todo lo sagrado,... blablabla" y claro, el Amo que no es de Entrevías pero sabe más que los ratones coloraos decide darse el piro a la francesa y si te he visto no me acuerdo. ¡Lamentable!

- El personaje del "latin-gangsta" es penoso. Es un cabrón de hermano, resulta que salió del maco, curra un día entre cada 30, y lo hace ilegalmente, en negro y tal, e infringiendo un par de leyes -vamos, como el resto de todos nosotros- y encima va de hijo del año. Además, Guillermo, tío, ¿por qué no le das un par de sanax al personaje? Le pone a uno de los nervios y el único consuelo es que al menda se lo carguen de la peor manera posible o, al menos, de la forma más ridícula, en algún capítulo... "La Fe es lo que me queda", como diría Perceval en "Excalibur".

- El mundo de los extras es chungo. Muchas horas de grabación, muchas tomas que no valen, muchas instrucciones, y muy mal pagado todo... Pero eso no es excusa para que cada extra de esta serie convertido en vampiro neoyorquino intente ganarse una "segunda oportunidad" en la televisión mediante un 1 segundo de gloria, y de repente, aparezcan vampiros moviéndose como Igor en Van Helsing (2004), espasmódicamente, a cuatro patas, en fin, un sarao flamenco-gótico-vampírico antológico.