Reconozco que tenía mis dudas sobre la necesidad de ver esta tercera parte, tras el final redondo de la segunda. Con un Michael Corleone convertido en el monstruo que no quería ser en la primera película. Ahora, ya envejecido, le veremos pagar el precio por el camino que eligió. No digo qué precio es ese porque es un enorme spoiler y un clímax final de película alucinante.
La película comienza homenajeando a las dos anteriores. Si en la primera nos presentaban a los personajes y sus relaciones entre ellos, en la fiesta de celebración de una boda, y en la segunda en la fiesta de un bautizo. Aquí es la fiesta de celebración por ser nombrado el Padrino como Comendador de la Orden de San Miguel.
Michael Corleone intenta dejar las cosas resueltas de caraa su muerte, primero arreglando la relación con su mujer, aceptando que su hijo no quiera seguir sus pasos, apartando a su hija de todo peligro y preparando a su sobrino para que tome las riendas de los negocios.. Para ello intenta lavar su dinero a través del banco del Vaticano.
Magistral como nos han situado la vida ficticia de Corleone en medio del escándalo histórico que supuso la sospechosa muerte del Papa Juan Pablo I. Hay quien critique ese decisión, a mí me encanta.

Todo lo demás es igual de bueno que las dos anteriores. Las actuaciones, la dirección, la fotografía, y sobretodo la banda sonora. Los ajustes de cuenta finales mientras vemos la Ópera, es uno de los mejores momentos del cine.

En serio que no entiendo que tenga un punto menos de nota media que las dos anteriores películas, siendo igual de buena. No la doy el diez de la perfección porque creo que en esta tercera parte el pulso narrativo es un pelín inferior a las dos anteriores, amén de que la originalidad y la capacidad de sorprender ya la tenía perdida de antemano.