Esta podría haber sido una serie antológica si se hubiese tomado más en serio a ella misma. Toda la grandeza que tienen unos personajes potentísimos en un entorno hostil, se acaba convirtiendo en una patochada. No es tanto un problema de tramas (que los tiene) sino un problema de tono, que es chorra. Mención aparte merece Karen, la eterna chica, que es un autentico peñazo, pesada, moralista y que básicamente aparece para apagar cualquier argumento interesante que podía asomar.

Pero, ¿de qué va Californication?: de un escritor autodestructivo que intenta sobrevivir en Los Angeles, tirándose todo lo que se le pone a tiro, al tiempo que intenta educar a una hija que pasa de niña a adolescente. Lo dicho, con estos mimbres la serie acaba convirtiéndose en una parodia de sí misma. Casi un slapstick en donde los personajes quedan indemnes después de haber sido atropellados por un tren, de todas las barbaridades que hacen: drogas, violaciones, asesinatos, no hay consecuencias, unas sonrisas y todo olvidado.

Duchovny, a veces lo clava, otras veces parece que interpreta a Ross de Friends.