Cuando Kevin Spacey te mira a los ojos algo dentro de ti tiembla, te gusta estar de su lado y una sonrisa juguetona aparece en tu boca. No mide 2 metros, no tiene enormes biceps y pectorales queriendo romper la camiseta en cada plano, tiene maldad, intención, venganza y ningún escrúpulo.

Cuando te mira a la cara y te habla (Para los que todavía no hayáis visto ni un capítulo, sabed que lo hace) te sientes el espectador más feliz del mundo y no te acabas de creer que haya decidido contarte a ti, un mísero don nadie escondido tras la pantalla, sus preciosos planes para ascender mientras juega con la gente como tú jugarías una partida de parchís...

Sí, llevo 2 párrafos alabando a Spacey y a la ruptura narrativa clásica que supone incluir al espectador... Ahora me toca contaros lo demás:
Lo que va detrás es casi tan potente como el frontal, personajes secundarios espectaculares, intensos tejemanejes políticos y mucha acción (De despacho claro, porque aunque los americanos son como son, en algo tienen razón, hay demasiado poder mundial concentrado en una sola Casa)

Si todavía no he logrado convencerte que deberías ver la serie, es que algo he hecho muy mal. Cuando lo hagas, verás como en los 5 primeros minutos ya te ha atrapado tan fuerte que no vas a poder apartar tus ojos de ella...

Si quieres tener un poderoso aliado en la Casa Blanca House of Cards es tu serie...