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Voto de Heferstion:
9
Thriller. Intriga Oh Dae-su es un hombre de negocios coreano que un día es secuestrado y confinado durante años en una celda en la que sólo hay una televisión. Y, sin embargo, ignora por qué razón está allí... Segunda parte de la "trilogía de la venganza" de Park Chan-wook. (FILMAFFINITY)
29 de abril de 2006
44 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nuestras acciones suelen tener más influencia de lo que pensamos. Una simple palabra, un gesto, un comentario sencillo y huero de toda clase de intencionalidad para nosotros puede encumbrar o derrumbar el mundo de otro.

Sin pretenderlo, cada gesto y cada palabra que mostramos o decimos puede cambiar la vida de otro. Tenemos mucho más poder del que normalmente somos conscientes.

Y cuando ese cambio resulta pernicioso en el otro, o en sus allegados, nace el odio, y de su mano, la sed de venganza.

Venganza que, según los expertos en las artes que llevan a ella, es un plato que se sirve frío. La acción presta, con la sangre alterada, sólo llevará a la violencia sin juicio y desordenada, a la satisfacción del daño interno mediante la provocación del daño externo. Pero nada más. Nadie que pretenda vengarse hallará en ello nada más sino un pasajero alivio de su dolor.

La venganza debe ser premeditada, pensada largo tiempo, y llevada a cabo sin vacilación, disfrutando, saboreando cada momento. Quentin Tarantino ofrece una pobre visión de la venganza en su afamada Kill Bill. Ya le gustaría él haber parido una venganza tan sutil, tan exquisita, tan perfecta. La venganza ha de ser perfecta.

Y cuanto más daño se haga al otro, tanto mejor, tanto más será satisfecha nuestra insaciable sed contra la ofensa.

Empero, la consumación del acto, la satisfacción de la injuria causada, vacía de vida a aquél que la busca. Toda una vida dedicada a obtener reparo de lo violado en el propio ser llega a su clímax en el momento de cobrar la factura. Pero tras ello, nada hay en la vida. Nada. El que dedique su tiempo a cobrar la deuda del desagravio, reducirá notablemente su tiempo de existencia. Disfrutará viendo retorcerse en la duda, el miedo, a su presa. Saboreará cada momento en la que ésta comprenda los porqués. Llegará al nirvana cuando su injuriador clame piedad, suplique clemencia. Pero una vez que le vilipendie completamente, su vida habrá alcanzado su meta.
Heferstion
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