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Voto de antonalva:
8
Ciencia ficción. Romance. Drama En un futuro cercano, Theodore, un hombre solitario a punto de divorciarse que trabaja en una empresa como escritor de cartas para terceras personas, compra un día un nuevo sistema operativo basado en el modelo de Inteligencia Artificial, diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. Para su sorpresa, se crea una relación romántica entre él y Samantha, la voz femenina de ese sistema operativo. (FILMAFFINITY)
2 de marzo de 2014
52 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de ir un poco más allá – de extremar – el presente afán por las relaciones a distancia (ya sea por cam, por correo electrónico, por el finiquitado Messenger) hasta toparnos con esta aguda cinta que propone rizar el rizo y crear un sistema operativo, tan inteligente que sea capaz de aprender, desarrollarse y seducir por su propia genialidad y capacidad de superarse a sí mismo, desbordando por completo las líneas de código que lo configuraron. Es decir, de convertirse en aquello (en aquel o aquella) que deseamos que sea porque así se lo hemos ido diciendo desde el inicio del contacto… que se convierta en real lo que no es sino fantasía.

Los diálogos son ingeniosos, inteligentes, llenos de ocurrencias y matices, repletos de un doloroso realismo que retrata con exactitud la fobia que el momento actual tiene por el contacto real – las relaciones – entre personas, optando por vínculos interpuestos, falaces, opacos, virtuales y remotos, en vez de afrontar el roce y el esfuerzo de la cotidianeidad y del desgaste. Cualquier cosa imaginada, fabulada, artificial, distante e incontrastable con la realidad parece preferible a vernos confrontados con los sinsabores de la materialidad cotidiana, donde existen las decepciones y el esfuerzo, donde hay que construir y armar día a día el presente con lo que hay, no con lo que deseamos que haya.

Tras una fachada amable, casi de comedia, esta ocurrente película llena de clarividencia y sutileza nos propone una aguda reflexión sobre los límites en la relaciones humanas, la necesidad de compromiso, de tomar las riendas de nuestro destino, de afrontar la realidad tal cual es y de dejar de engañarnos con sueños y fabulaciones que nos impiden relacionarnos y crecer como individuos. Desde una urbanidad y encanto que parecen ocultar las dosis de vitriolo que destilan sus brillantes imágenes y que nos ponen un espejo distorsionante ante nuestros ojos, devolviéndonos – exagerados y aumentados – nuestros miedos y huidas más inconfesables. Para crecer hay que sufrir, por mucho que tratemos de evitarlo.

Pocas películas tan inteligentes, intensas, originales, entretenidas, impactantes, ocurrentes y encomiables como ésta, que combina ingenio con sabiduría, agudeza con entretenimiento, clarividencia con amenidad, perspicacia con precisión. Parecía difícil de conseguir: es una de las grandes películas del año y merecedora de todos los galardonas y elogios que imaginarse puedan. Quizás sea demasiado profunda para gratificaciones tan banales: degustarla y paladearla ya es premio suficiente.
antonalva
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